Las periodistas brasileñas desafían el machismo en el Mundial de Rusia 2018
6 de Julio de 2018

Las periodistas brasileñas desafían el machismo en el Mundial de Rusia 2018

El rol de las mujeres en la cobertura periodística del Mundial de Rusia es analizado po Rogério Christofoletti, investigador del Observatorio de la Ética Periodística (objETHOS), de la Universidad Federal de Santa Catarina en Brasil.
Isabelly Morais, Vanessa Riche y la guardameta Bárbara formaron equipo para este Mundial | Fotografía: Cortesía de Folha Regional.
Rogério Christofoletti

Texto original en portugués más abajo.

***

No es secreto para nadie que nuestras sociedades son machistas y que el sexismo está arraigado en los deportes y en el periodismo. La lista de la revista Forbes de los 100 deportistas mejor pagados del mundo no tiene ninguna mujer, por ejemplo. Uno de los terrenos donde el machismo más se manifiesta todavía es el fútbol, justamente el deporte más popular del planeta. El Mundial Rusia 2018 ha servido para que las periodistas brasileñas cuestionen la desigualdad de género y ocupen espacios inéditos, principalmente en la televisión.

No se han visto tantas reporteras cubriendo la competición y esas profesionales vienen actuando también como comentaristas de los partidos, a ejemplo de Ana Thais Matos y Camila Carelli en el canal por cable SporTV. La rival Fox Sports fue más allá y seleccionó a tres mujeres para narrar los partidos del torneo: Renata Silveira, Isabelly Morales y Manuela Avena. Las transmisiones no ocurren en el canal principal de la emisora, pero la atracción ya puede ser considerada un marco. Brasil está en su 21º Mundial y nunca habíamos asistido a un partido narrado por una voz femenina en la televisión. El 17 de junio, Isabelly Morais, de apenas 20 años, hizo historia al narrar el empate con Suiza. A su lado, comentaron el partido a otras dos profesionales, la periodista Vanessa Riche y la guardameta Bárbara. Es muy cierto que en otras partes del mundo estos avances están lejos de suceder, pero Brasil no es sólo un país apasionado por el fútbol, es también la tierra de Marta, que ya fue apuntada como la mejor futbolista del mundo por cinco años consecutivos y es la mayor artillera de la historia de los mundiales femeninos. A pesar de esas marcas, su reconocimiento y fortuna están muy lejos de un Neymar, e insisten en llamarla “Pelé con faldas”. Marta no usa faldas, ni necesita de Pelé para mostrar sus credenciales...

Acción y reacción

Hace unas décadas, las periodistas brasileñas ignoraban las restricciones machistas del fútbol y el desafío no ha sido sólo ocupar espacios vacíos, sino enfrentarse a la falta de respeto profesional, chistes infames y acoso sexual. En marzo, un grupo de estas profesionales lanzó una campaña de autoafirmación llamada #DeixaElaTrabalhar, que fue bien recibida por el público y por muchos medios de comunicación. La iniciativa fortaleció la lucha por igualdad de género en el periodismo brasileño, pero no fue suficiente para impedir otros acosos. Un hincha ruso intentó besar a la reportera Julia Guimarães, que lo esquivó y dio una bronca en vivo: "Yo no te autorizo a hacerlo. Nunca! Ok? Eso no es educado. ¡Nunca lo haga! Nunca lo haga con una mujer. Respeto!" La periodista brasileña fue defendida por sus compañeros de profesión en programas de televisión y su reacción fue elogiada por la firmeza y la corrección. Otros casos similares se produjeron con reporteras de Rusia y Alemania.

Desafortunadamente, besos a la fuerza, toques maliciosos y abrazos inconvenientes son comunes en la cotidianidad de las reporteras en coberturas deportivas. En grupo, muchos aficionados se comportan como si fueran animales en manada, y sus actitudes machistas también se muestran con insultos u ofensas a la dignidad de las mujeres. El machismo no está sólo en las gradas. En una entrevista tras la eliminación de su selección, el técnico mexicano Juan Carlos Osorio disparó: “El fútbol es un juego de hombres que se disputa con intensidad y no con tanta payasada”. Declaraciones desafortunadas como ésta refuerzan la idea de exclusión femenina del deporte y alientan la violencia en el campo como la única forma de jugar bien.

De amuleto a protagonista

En el Mundial Corea y Japón 2002, una de las periodistas más conocidas del país acompañó de cerca al equipo de Brasil en el torneo. Fátima Bernardes era la presentadora del principal telediario del país, el Jornal Nacional, y el éxito en la campaña luego fue asociada a su presencia. Sus colegas de Rede Globo pasaron a llamarla "musa de la selección", como si fuera  un talismán del equipo. No importaba la calidad del trabajo periodístico que ella desempeñaba, ya que su papel había sido reducido al amuleto de la suerte.

Tres Mundiales después, todavía buscan nuevas musas para la selección, pero las periodistas brasileñas no toleran más la condición decorativa. Ellas siguen siendo inspiradoras, pero para sí mismas y para generaciones que no aceptan sexismo y pasividad.

El Mundial Rusia 2018 ha servido como un buen laboratorio para esos oportunos y esperados avances. Y los cambios no pueden parar por ahí, necesitan ser irreversibles. Al final, si en Rusia, ya es complicado, imagine un Mundial en un país absolutista, de mayoría religiosa fundamentalista, donde las mujeres no tienen los mismos derechos que los hombres. De aquí a cuatro años, el Mundial será en Qatar, donde sharía determina incluso cómo las mujeres deben vestirse. Como se puede percibir en el torneo de los rusos, luchar contra el machismo y garantizar condiciones respetuosas de trabajo ayuda a definir nuevos parámetros éticos para las coberturas periodísticas deportivas. Estas son tareas inaplazables. Para hombres y mujeres.

***

Las opiniones expresadas en nuestra sección de blogs reflejan el punto de vista de los autores invitados, y no representan la posición de la FNPI y los patrocinadores de este proyecto respecto a los temas aquí abordados.

***

Brasileiras desafiam machismo na Copa do Mundo

 

Rogério Christofoletti

Pesquisador do Observatório da Ética Jornalística (objETHOS)

Não é segredo para ninguém que nossas sociedades são machistas e que o sexismo está encravado nos esportes e no jornalismo. A lista da revista Forbes dos 100 esportistas mais bem pagos do mundo em 2018 não tem nenhuma mulher, por exemplo. Um dos terrenos onde o machismo mais se manifesta ainda é o futebol, justamente o esporte mais popular do planeta. A Copa do Mundo na Rússia tem servido para que as jornalistas brasileiras questionem a desigualdade de gênero e ocupem espaços até então inéditos, principalmente na televisão.

Nunca se viu tantas repórteres cobrindo a competição e essas profissionais vêm atuando também como comentaristas das partidas, a exemplo de Ana Thais Matos e Camila Carelli no canal a cabo SporTV. A concorrente Fox Sports foi além e selecionou três mulheres para narrar as partidas do torneio: Renata Silveira, Isabelly Morais e Manuela Avena. Apesar de as transmissões não acontecerem no canal principal da emissora, a atração já pode ser considerada um marco. O Brasil está na sua 21ª Copa e nunca tínhamos assistido a um jogo narrado por uma voz feminina na TV. No dia 17 de junho, Isabelly Morais, de apenas 20 anos, fez história ao narrar o empate com a Suíça. Ao seu lado, comentaram a partida outras duas profissionais, a jornalista Vanessa Riche e a goleira Bárbara. É bem verdade que em outras partes do mundo, esses avanços estão longe de acontecer, mas o Brasil não é só um país apaixonado por futebol, é também a terra de Marta, que já foi apontada como a melhor futebolista do mundo por cinco anos consecutivos e é a maior artilheira da história das copas do mundo femininas. Apesar dessas marcas, seu reconhecimento e fortuna estão muito distantes de um Neymar, e insistem em chamá-la de “Pelé com saias”. Marta não usa saias, nem precisa de Pelé para mostrar suas credenciais…

Ação e reação

Há algumas décadas, as jornalistas brasileiras ignoram as restrições machistas do futebol e o desafio não tem sido apenas ocupar espaços vagos, mas enfrentar desrespeito profissional, piadas infames e assédio sexual. Em março, um grupo dessas profissionais lançou uma campanha de autoafirmação chamada #DeixaElaTrabalhar, que foi bem recebida pelo público e por muitos veículos de comunicação. A iniciativa fortaleceu a luta por igualdade de gênero no meio jornalístico brasileiro, mas não foi o suficiente para impedir incidentes de assédio. Um torcedor russo tentou beijar a repórter Júlia Guimarães, que se esquivou e deu uma bronca ao vivo: “Eu não te autorizei a fazer isso. Nunca! Ok? Isso não é educado, isso não é certo. Nunca faça isso! Nunca faça isso com uma mulher. Respeito!” A jornalista brasileira foi defendida por seus colegas de profissão em programas de TV e sua reação foi elogiada pela firmeza e correção. Outros casos aconteceram com repórteres da Rússia e da Alemanha, pelo menos.

Infelizmente, beijos à força, toques maliciosos e abraços inconvenientes são comuns no cotidiano das repórteres em coberturas esportivas. Em grupo, muitos torcedores se comportam como se fossem animais em bandos, e suas atitudes machistas também se mostram com xingamentos ou ofensas à dignidade das mulheres. O machismo não está apenas nas arquibancadas. Em entrevista após a eliminação de sua seleção, o técnico mexicano Juan Carlos Osório disparou: “El fútbol es un juego de hombres que se disputa con intensidad y no con tanta payasada”. Declarações infelizes como esta reforçam a ideia de exclusão feminina do esporte e incentivam a violência em campo como a única forma de jogar bem.

De amuleto à protagonista

Na Copa do Mundo da Coréia e Japão, em 2002, uma das jornalistas mais conhecidas dos brasileiros acompanhou de perto o time do Brasil no torneio. Fátima Bernardes era a apresentadora do principal telejornal do país, o Jornal Nacional, e o sucesso na campanha logo foi associada à sua presença. Seus colegas de Rede Globo passaram a chamá-la de “musa da seleção”, como se tivesse poderes mágicos e atuasse como um talismã do time. Não importava a qualidade do trabalho jornalístico que desempenhava, já que seu papel havia sido reduzido a amuleto da sorte.

Três Copas do Mundo depois, ainda buscam novas musas para a seleção, mas as jornalistas brasileiras não toleram mais a condição decorativa. Elas continuam sendo inspiradoras, mas para si mesmas e para gerações que não aceitam sexismo e passividade.

A Copa da Rússia tem servido como um bom laboratório para esses oportunos e esperados avanços. E as mudanças não podem parar por aí, elas precisam ser irreversíveis. Afinal, se na Rússia, já é complicado, imagine um campeonato mundial num país absolutista, de maioria religiosa fundamentalista, onde as mulheres não têm os mesmos direitos que os homens. Daqui a quatro anos, o Mundial será no Catar, onde a Xaria determina inclusive como as mulheres devem se vestir. Conforme se pode perceber no torneio dos russos, lutar contra o machismo e garantir condições respeitosas de trabalho ajudam a definir novos parâmetros éticos para as coberturas jornalísticas esportivas. Essas são tarefas inadiáveis. Para homens e mulheres.

©Fundación Gabo 2024 - Todos los derechos reservados.