Esta manera de abordar las historias, basada en una técnica periodística, demuestra que en este país latinoamericano los reporteros tienen mucho más que contar que solo problemáticas.
A muchos países se les suele estigmatizar. A lo largo de la historia, y con un periodismo que muchas veces se convierte -incluso sin quererlo- en cómplice, las narrativas sobre determinados territorios se afianzan de tal manera que darle la vuelta resulta un verdadero reto. Pasa con las comunidades indígenas y su exotización, le ha pasado a Colombia y México con su problemática del narcotráfico, a países africanos con el molde de lo negro y lo tribal... y así con un sinnúmero de temas cuyos abordajes no solo son repetitivos, sino limitados y alejados de las demás realidades de estos territorios.
Si hay un fenómeno así más reciente en estos ejemplos, sin duda es Venezuela, un país que desde poco antes de la muerte de Hugo Chávez al poder, y por la agudización de la crisis social y política, casi que solo encontró espacio en las representaciones mediáticas como una nación con hambre, con constantes apagones, cacerolazos y marchas contra el Gobierno. Por supuesto que nada de eso es falso y es el deber de la prensa mostrar lo que ocurre. Sin embargo, los medios parecieron olvidar las respuestas a esas enormes problemáticas en las que se sumía el país, que existen y están latentes, y que supieron hallar, en medio de la narrativa extendida, algunos periodistas.
Ese fue el caso de Abigail Carrasquel, quien llegó a Cartagena de Indias en 2019 a tomar el taller de periodismo de soluciones con Liza Gross. Carrasquel fue una de las más entusiastas y aventajadas periodistas de esta generación, y replicó los conocimientos adquiridos en otros talleres que a su vez dictó en Caracas. Además, ganó una de las primeras Becas de Periodismo de Soluciones para América Latina con su historia sobre un comedor que les cambió la vida a varios niños venezolanos.
Otro caso similar es el de Kaoru Yonekura, una reportera que encontró un caso de éxito para continuar con el proceso educativo en ese país, con el panorama en contra debido a la pandemia del convid 19, y así logró narrarlo gracias a una de las Becas de Periodismo de Soluciones Edición Especial. "En un país con tantas deficiencias en el servicio eléctrico y de internet, con fallas estructurales en agua y gas, y sometido al confinamiento a partir de la pandemia, ¿cómo se puede pensar en la educación en casa de los niños y jóvenes de las clases populares?". Así comienza su historia, que sin duda rompió el esquema.
Y si hablamos ya no solo de periodistas, sino de medios venezolanos que saben hacer muy bien periodismo de soluciones, sin duda hay que nombrar a Historias que Laten. Fundado y dirigido por Liza López, ya ganó el Concurso de Reportajes sobre COVID-19 del Centro Internacional de Periodistas (ICFJ), en la categoría Desigualdad, Economía y Negocios, por el trabajo ‘Abuelos que ya no están solos’, un especial multimedia que responde a “lograr reportajes desde el lado humano en tiempos de distanciamiento social”, de acuerdo a IJNet (Red Internacional de Periodistas), proyecto de ICFJ. Este trabajo también fue posible gracias a una Beca de Periodismo de Soluciones.
Pero todo no paró allí: Historias que Laten fue una de las redacciones elegidas en el continente para probar la metodología inédita de Laboratorios de Periodismo de Soluciones luego de postularse para recibir mentorías, acompañamiento y financiación para un gran reportaje de investigación bajo este enfoque. 'Mujeres que rompen la regla', como se llama esta gran historia, es el resultado de ese laboratorio, y presenta tres iniciativas que han logrado minimizar la crisis asociada a la menstruación y han transformado, para bien, la vida de cientos de venezolanas.
Y aún hay más: recientemente publicaron una historia sobre una iniciativa que ofrece una solución a la escasez de agua en Caracas a partir de un sistema de recolección y tratamiento de agua de lluvia. "Instalaron este modelo de recolección en dos escuelas y un ambulatorio de salud en una favela muy humilde de Caracas, a la que no llegaba agua de tuberías desde hace más de dos años. Nos pareció muy interesante esta historia por lo novedoso y por el impacto, pues aquí en Venezuela no existen iniciativas similares".
En Venezuela no hay solo escasez y personas que dejan su tierra cada día. Hay también miles que se quedan para hacer más llevadera la crisis social y permanecer en su territorio aunque sea todo un reto. Y lo logran.