Alex, un guitarrista de quince o dieciséis años, tiene un grupo de punk llamado Mari Pepa, con sus cuatro mejores amigos. Él quisiera participar en el concurso “La guerra de las bandas”, pero hay un problema: necesitan un repertorio de por lo menos dos canciones originales, y sólo han compuesto una.
Con su look de joven universitario promedio, Alejandro Fernández pasa inadvertido incluso para hasta sí mismo. -Hasta yo me desconocería-, se hecha la broma y esa manera de encarar y encararse habla de alguien de bajo perfil. Incluso con un premio tan importante como Sundance debajo del brazo.
Dos eventos culturales en Cartagena, el Festival Internacional de Cine y la Bienal de Arte Contemporáneo, permitieron develar el complejo entramado de cómo actuamos en cuestiones de clase, lazos de sangre, raza, sexo y religión. Mucho más que estereotipos.
Un niño en medio de sus padres. Minúsculo entre ambos. Y sin embargo, inmenso. Claro. Seguro de sí mismo. Papá y mamá lo miran orgullosos. Todo parece en orden. De repente todo se derrumba. Los funcionarios del hospital donde nació Keito, hace seis años, le informan a sus padres que temen que en el momento del nacimiento hubiera habido un intercambio de bebés con otra pareja que estaba dando a luz allí mismo.
O escritor Gilberto Tejeda, credita a ausência de Gabriel García Márquez em Aracataca pelo enorme assédio. Gabo é um homem de hábitos simples, tal como seus conterrâneos, como diz Tejeda. “Aracataca é um lugarejo onde todos os escritores, pintores, poetas somos silvestres, como as borboletas amarelas”...
Hoje eu quero voltar sozinho se passa em São Paulo, mas poderia não ser. A ausência de um cenário determinado para a trama é uma forma também de reafirmar o quão atemporal e ocasional ela pode ser. Não interessa ao longa problematizar, mas apresentar e aqui está seu ponto fraco.
Siguiendo esa idea, toda peregrinación necesita, casi por definición, ciertos rituales y sacrificios. El viaje a Aracataca requirió del variopinto grupo de periodistas que la visitábamos esa mañana el esfuerzo de despertarse temprano, considerando que se trata de una especie animal de hábitos principalmente nocturnos.
Rodada a orillas del río Magdalena Medio en la comuna siete de Barrancabermeja, el reparto de Mateo no cuenta con actores profesionales sino con la población local de esta zona petrolera, bastión de la izquierda, cuna del M19 y de los sindicatos, que sufrió una masacre a manos de los paramilitares a finales de los noventa.
Aracataca, la cuna de Gabito, el lugar que desde más hondo pudo haber inspirado las imágenes, las palabras, los amores prohibidos y devastadores de Macondo, el universo de “Cien años de soledad” y tantos otros relatos, daba la sensación de ser una tierra perdida, como un sueño intranquilo, aturdido, desde un día atrás, cuando habíamos llegado de Cartagena para asistir a algunos eventos especiales en los talleres de una beca llamada, justamente, Gabriel García Márquez.
Tierra en la lengua ocupa un lugar especial en este amplio apartado, y es una cinta definitiva para nuestra cinematografía, toda vez que la cinta obtuvo nada más y nada menos que las India Catalina al mejor director en la competencia de cine colombiano, y a la mejor película en la competencia oficial de ficción.
Cuando Lina Rodríguez, la Gerente General de la Corporación Festival de Cine de Cartagena hace esa especie de ondulación de sus dedos, moviéndolos de arriba abajo como el pianista que ejecuta un trémolo, los que la conocen bien saben lo que eso significa: “no hay que hablar más”, “no hay tiempo para discutir”, “parece difícil pero hay que hacerlo”, “resuélvanlo ya”. Mil órdenes dadas en un par de segundos, sin que haya que levantar la voz ni dar miradas delatoras. Los envidiosos llaman a eso poder. Los justos, liderazgo.
En su intento de conquistar a Angélica, conocerá algunas particularidades de la idiosincrasia colombiana, como el hecho de que todos, viejos y niños, sepan bailar, y entablará una amistad con un viejo profesor de baile, que lo adoptará como su alumno y luego, como su posible yerno.
Like Someone in Love é uma homenagem implícita a Yasujiro Ozu, um dos realizadores que mais o influenciou. Conta com atores e técnicos nipónicos e é falado em japonês, uma língua que o realizador desconhece. Mas garante-nos que não se perdeu na tradução.