Nuevamente, las historias sobre periodistas tienen un rol protagónico en los premios Oscar. Tal y como sucedió con The Post (2018) y Spotlight (2016), una cinta que muestra los dilemas éticos que se enfrentan en una redacción logra múltiples nominaciones.
En esta ocasión, el largometraje del director Jay Roach cuenta el drama que vivieron tres mujeres en su paso por la conservadora cadena de noticias por cable Fox News: Megyn Kelly (Charlize Theron), Gretchen Carlson (Nicole Kidman) y Kayla Pospisil (Margot Robbie). Tremendo reparto, complementado por John Lithgow en el papel del villano Roger Ailes, director del canal.
La gran virtud de Bombshell (El Escándalo, en los mercados de habla hispana), consiste en caminar por la delgada línea que divide al documental de la ficción, para mostrarnos acertadamente lo normalizados que estaban el acoso y el abuso sexual en las redacciones de los medios de comunicación. Además, retrata acertadamente el punto de quiebre que el movimiento #MeToo significó para que dejara de ser normal pedir favores sexuales a cambio de ascender conseguir un puesto destacado en las redacciones.
El dilema de las víctimas
La línea conectora (spoilers adelante) entre las historias de Kelly, Carlson y Pospisil es, no solamente el haber sido acosadas o abusadas sexualmente por el director del canal en tres épocas distintas; sino haber mantenido oculto este abuso por años, debido al temor de que al revelarlo, sus carreras profesionales estarían acabadas.
Precisamente una de las grandes líneas de la película sale de los labios de Charlize Theron: “Me juzgan por haber hablado, y me juzgarán por no haber hablado antes”. Ese es exactamente el dilema de las víctimas de abuso sexual: las condenarán por no haber denunciado antes, acusándolas de beneficiarse del silencio para ascender profesionalmente; mientras que otros las acusarán de utilizar la denuncia para ganar notoriedad o a manera de venganza.
Con ella coincide el personaje interpretado por Margot Robbie, quien encarna a la única de las tres víctimas que no está basada en una experiencia real. Kayla es una joven evangélica del sur de Estados Unidos para quien trabajar en Fox News era el sueño de toda su vida. “Aquí está la cuestión de ser acosado sexualmente en el trabajo. Te condena a las preguntas: ¿qué dije? ¿Qué me puse? ¿Qué me perdí? ¿Soy vista como alguien débil? ¿Dirán que busco dinero? ¿Dirán que estoy buscando atención? ¿Me dejarán por fuera? ¿Seré definida por esto por el resto de mi vida?...”, se pregunta tras admitir que ha sido abusada.
El Escándalo tiene tres nominaciones al Oscar: Mejor Actriz para Charlize Theron; Mejor Actriz de Reparto para Margot Robbie; y mejor Maquillaje, que será probablemente la categoría en la que ganará porque el trabajo en los rostros de Theron y de Lightgow es realmente de aplaudir. De hecho, ya ganaron un BAFTA por este motivo.
Estas nominaciones, sumadas a lo logrado ya por Spotlight y The Post en años anteriores, ratifica que vivimos una edad dorada para el cine que aborda temas periodísticos, y esto es algo que en nuestro gremio deberíamos celebrar.
Pero más allá de los premios que gane, se trata de una película que todos los periodistas, en especial aquellos que son editores y directores, deberían ver. Lo digo porque otro aspecto que queda claro es que no basta con tener códigos de conducta y manuales de comportamiento para prevenir el acoso y el abuso sexual al interior de los medios de comunicación. En reiteradas ocasiones se muestra en la película que este tipo de reglamentos existían, pero no sirvieron para nada. Lo realmente importante, si se quiere evitar que escándalos como el de Fox News se sigan repitiendo, es crear canales de comunicación al interior de la empresa, que fomenten una cultura de transparencia. De esta manera, cualquier integrante del equipo que se sienta acosado, podrá tener la libertad de denunciar, sabiendo que encontrará aliados y no acusadores entre sus jefes y compañeros.