¿Se puede justificar que un periodista tome partido y haga información en su nombre? ¿Lo puede legitimar, por ejemplo, con sus éxitos y reconocimientos?
Respuesta de Gumersindo Lafuente
En las informaciones, los periodistas nos debemos a los hechos y a los datos. Nuestra obligación es dar suficiente contexto para que los lectores puedan sacar sus propias conclusiones. Cosa diferente son los artículos de opinión, en los que los periodistas tienen libertad para expresar sus posiciones. Personalmente creo que, sobre todo cuando se hace información política o económica, los periodistas pueden hacer análisis, pero si hacen opinión y exteriorizan sus preferencias personales, eso puede afectar la credibilidad de sus informaciones.
En todo caso, y respondiendo a su segunda pregunta, la credibilidad de un periodista sí puede dar legitimidad a la defensa de algún asunto concreto, pero ese capital debería usarse con prudencia y solo en casos especialmente importantes.
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¿Los periodistas deberían clasificarse por sus inclinaciones políticas?
Respuesta de Javier Darío Restrepo
Por el contrario, los éxitos y reconocimientos que recibe un periodista, destacan el servicio que ha prestado y su independencia, que es parte de ese servicio.
Cuando el periodista adhiere a un partido, o a un líder político, o a un gobierno, reduce su estatura moral y debilita su credibilidad.
Vincularse a un partido, empresa o liderazgo político condena al periodista a ser un simple propagandista, y su trabajo informativo pierde la dignidad del trabajo informativo independiente, para asumir la condición de cualquier pieza de propaganda.
En estas condiciones todo el valioso trabajo hecho antes de la afiliación, comienza a ser cuestionado: ¿Lo hacía para favorecer a tal partido o líder político?
Envía aquí tus inquietudes sobre ética periodística.
Es necesario recordar lo dicho aquí en numerosas ocasiones: la confianza que los receptores depositan en medios y periodistas es tan necesaria como el aire, el agua o la luz para los seres vivos.
El receptor a su vez tiene la necesidad de apoyarse en alguien para aceptar la información que recibe; sin ese apoyo la información deja de cumplir la función que el receptor busca; a la vez, el periodista necesita esa confianza que supone el que alguien crea en su información. Informamos no solo para compartir un conocimiento, sino para que nos crean.
Cuando esta confianza desaparece, con ella mueren también las trayectorias anteriores del periodista, por brillantes que sean.