Phillip Butters: escucharlo y leerlo es mejor que ignorarlo

Phillip Butters: escucharlo y leerlo es mejor que ignorarlo

Desde Perú, la periodista Esther Vargas reflexiona sobre el papel de periodistas que tienen un discurso de odio.
Fotografía: BreakingTheWalls en Pixabay | Usada bajo licencia Creative Commons
Esther Vargas

En una sociedad donde impera la desinformación, el machismo, la misoginia y las prácticas éticas son escasas, me preguntan si es bueno o malo dar tribuna a ciertos personajes mediáticos como Phillip Butters, un conductor de radio -para los que no son de Perú- que vocifera homofobia y sexismo en sus intervenciones, y que en el afán de ser polémico (claro, es un buen negocio) dispara por todos lados.

La verdad: me da arcadas. Pero siento que su voz es necesaria para que la sociedad tome conciencia de lo peligrosos que pueden ser personajes como él. No me causa gracia ser parlante de este personaje, sin embargo, confío en que al leerlo detenidamente la audiencia tomará ciertas acciones: exigir que rectifique, denunciarlo, presionar al medio para que adopte medidas, dejar de escucharlo, y al fin, cuestionar a este tipo de líderes que alimentan el odio, la desinformación y los prejuicios. De hecho, mientras escribo este artículo, un grupo de ciudadanos dispersos en Twitter pide al Ministerio de la Mujer que se pronuncie. Y no es la primera vez que la sociedad civil se moviliza contra este personaje.

 

La extraña muerte de una voleibolista peruana de 16 años ha sacado nuevamente a flote lo peor del periodismo. Diariamente hemos debatido -en el diario donde laboro- la cobertura que estamos haciendo, y me queda la sensación de que siempre puede estar mejor y que debemos replantearnos la manera en que estamos contando un hecho tan terrible como el de esta adolescente y de otras tantas que se convierten en noticia por protagonizar un hecho escabroso.

El señor Butters aprovechó su programa de radio para arremeter contra la menor. Dijo lo siguiente:

"Esta chica coqueteó con la muerte y terminó muriendo porque fue (a un cuarto) con un tipo que no conocía y además tenía otro enamorado".

La ligereza de Butters -que se autoproclama tan buen padre que amenaza con patear a dos mujeres si se besan delante de sus hijas-, no sorprende. Juzgar la conducta de una adolescente y condenarla no es un asunto solo de este sujeto. Lamentablemente los que escuchan su programa, y los que lo aplauden en Facebook y en la calle comparten esta abusiva percepción sobre la tragedia de la deportista.

En las redes sociales, los insultos hacia la menor han sido constantes. Leer los comentarios es un ejercicio tóxico y necesario. ¿Qué debemos hacer los medios cuando una sociedad es capaz de lapidar a una menor al culparla de su muerte? ¿Cómo debemos informar? ¿Es suficiente dejar de meter las narices en este caso? ¿Qué hacer cuando los padres demandan justicia y buscan a los periodistas porque han dejado de creer en la justicia? ¿Qué hacer cuando en la calle alguien te pregunta cómo habrías informado si esa adolescente hubiera sido tu hija o tu hermana? ¿Acaso no habrías dejado de publicar los terribles detalles del hallazgo de su cuerpo? Más sobre este caso aquí.

"Esta chica jugó con fuego y terminó quemándose. ¿Qué hacía esta chica con alguien que recién conoce? Y a las amigas, ¿cómo se les ocurre ir a las 12:38 de la noche a la discoteca y después a las 4 y pico (a un departamento?. ¿A qué vas a un bulín?, ¡A tener sexo si ya estabas borracha!". Así sermoneó Butters en una radio local.

"La chica juntó todas las figuritas para que las maten", enfatizó. Me preguntaban no pocos colegas si los medios debíamos reproducir sus declaraciones o deslindar editorialmente de este tipo de afirmaciones.

¿Escuchar u ocultar?

Considero que los medios deben fomentar una cultura de respeto. Ocultar a Butters no es una buena idea. Creo que visibilizar su discurso de odio contribuye a la necesidad de no seguir tolerando este tipo de atropellos.

Hay quienes creen que es mejor ignorarlo. Ignorarlo no lo silencia. Exponerlo nos llama a la indignación y a la reflexión. Gracias a esa exposición, Butters fue retirado hace unos meses de una radio local. La audiencia se impuso.

Es Butters el mismo personaje que lanzó comentarios racistas contra un futbolista ecuatoriano, que arremetió contra la comunidad LGBT en la marcha de ‘Con Mis Hijos No te Metas’ y en múltiples ocasiones, que despotricó contra la ex ministra de Educación por pretender que la ‘igualdad de género’ se institucionalice en el currículo escolar, que fue despedido de Radio Capital porque “su participación en la marcha 'Con mis hijos no te metas' comprometió su propia imagen, la del medio para el cual trabaja y la del Grupo RPP en general”.

Durante su discurso en el estrado principal de la marcha citada, el conductor hizo duras críticas a la entonces ministra Marilú Martens, al presidente Pedro Pablo Kuczynski, y a otros personajes de la política local. Además, protagonizó un altercado con el periodista de América Televisión, René Gastelumendi, y continuó refiriéndose a la comunidad LGTBI con duros calificativos.

Exponer a Butters es la mejor manera de combatir el odio y de reflexionar sobre lo nocivo que es este discurso para una sociedad que definitivamente necesita mejores medios y líderes de opinión comprometidos.

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