¿Una editora lesbiana es un peligro para la sociedad?

¿Una editora lesbiana es un peligro para la sociedad?

Soy periodista, tengo una familia natural y soy lesbiana. Soy editora de Audiencias del diario Perú21 y dirijo un medio digital LGBT. Pero ser lesbiana no invalida ni cuestiona mi trabajo periodístico.
Ilustración: Montaje de @EticaSegura
Esther Vargas

Soy periodista, tengo una familia natural -sí, natural para mí-, y soy lesbiana. Soy editora de Audiencias del diario Perú21 y dirijo un medio digital LGBT. Pero ser lesbiana no invalida ni cuestiona mi trabajo periodístico, el cual ejerzo hace más de 20 años sin ninguna sombra, crítica o tacha (al menos que yo conozca). Lamentablemente, los fanáticos ‘pro vida’ arremetieron en mi contra, lo cual no me sorprende, pero creo que amerita una reflexión.

Unos tuiteros –cuatro, cinco, no sé-  cuestionan mi neutralidad y objetividad respecto a temas como la unión civil, el matrimonio igualitario, la adopción homosexual, y curiosamente el papa Juan Pablo II. Dicen que soy activista y parte del lobby gay que pretende marcar la agenda en Perú.

No es secreto que estoy a favor de la unión civil, el matrimonio igualitario, la adopción homosexual y los derechos humanos en general. Jamás he organizado una marcha en mi vida, no milito en partido político alguno, pero evidentemente no me voy a quedar callada cuando veo que los derechos de las minorías –de unas de las cuales soy parte- están siendo vulnerados. No soy parte de ningún lobby, y los pocos méritos que tengo son por mi labor profesional, no por ser lesbiana. A los homofóbicos los llamo homofóbicos. No necesito llegar a los insultos o a husmear en la vida privada de alguien para compartir mis argumentos.

 

 

 

En el Perú, el Ejecutivo y el Legislativo han vulnerado los derechos de la comunidad LGBT, y yo me he pronunciado como ciudadana, como lesbiana y he cubierto el tema en los espacios que tengo de la manera más honesta. También decidí crear un medio LGBT (hace más de un año) cuando trabajaba en la Agencia Andina, donde la voz de los LGBT no se podía escuchar. A pesar de ser un medio público, del Estado Peruano, la comunidad LGBT no existía. No tengo argumentos para este silencio. Nunca recibí una respuesta. Por ejemplo, la reciente agresión a activistas LGBT en la Plaza de Armas de Lima no fue cubierta por estos medios. He planteado las preguntas públicas. Y como cuando trabajaba en el Estado, no tengo respuestas.

 

 

Lo ocurrido con el papa Juan Pablo II es realmente absurdo. La verdad es que no me interesa qué hizo con su vida, no sé si murió célibe o si ‘pecó’, si amó a una mujer o amó solo a Dios. La verdad no sé, y no es mi preocupación. Pero Perú21, como muchos medios en el mundo, publicó  una nota sobre la amistad cercana entre Karol Wojtyla y la filósofa Anna Teresa Tymieniecka. Esta información –manejada con equilibrio y con base en la BBC- desató la ira de los fanáticos. Apuntaron al diario y a mí.

¿Mi orientación sexual llevó a publicar esa noticia en el diario donde trabajo con la finalidad de mancillar la imagen del papa Juan Pablo? Mi respuesta es que no. Mi orientación sexual no define los contenidos de este diario, un medio de comunicación que mucho antes de mi llegada (en septiembre de 2015) ya se había pronunciado a favor de la causa LGBT.  Fue Twitter, el escenario de los insultos. Y en ese espacio se pidió la intervención del Defensor del Lector ante la editora lesbiana. El editor multiplataformas intervino diciendo que hacemos periodismo, y que la orientación sexual de un periodista no tiene nada que ver con los contenidos.

¿Hay un conflicto de intereses de mi parte? Yo soy una defensora de la vida y de la libertad. Mi interés es un país más igualitario y más justo, un país que no excluya ni discrimine, que no apoye los atropellos ni se haga cómplice de los ataques a la comunidad. Una sociedad más civilizada, ese es mi interés. ¿Qué está mal? Seguro dirán que los homosexuales son unas especies aborrecidas por Dios y que no deben tener derechos. Este pensamiento cavernario poco a poco está cambiando en el mundo, pero en Perú todavía no ocurre.

Cuestionar el trabajo de una editora lesbiana me lleva a pensar en que también se podría cuestionar a las editoras que son madres (sacan notas a favor de la maternidad), a los editores que son padres (sacan notas a favor), a las editoras que son madres solteras, a los editores que deben pasar una manutención por alimentos, que practican el fútbol,  que viajan en el Metropolitano,  que viven en un distrito azotado por la violencia.  Y seguimos: a los editores que tienen un familiar que fue asaltado, que sufrió una estafa; a los editores que tienen un hijo con alguna discapacidad o que no pueden tener hijos… a los editores que son ‘animalistas’, a los editores que están en contra de las corridas de los toros… a los editores que aman Apple. ¿Seguimos?

Es simplemente absurdo y retrógrado cuestionar a un editor por su orientación sexual. En una sociedad más justa este artículo no tendría sentido. En el Perú, y en algunos países de América Latina, necesitamos reflexionar y debatir sobre el tema.

PD: Perú21 jamás publicó algo así, pero al parecer el editor de este medio no ha sido cuestionado tan ferozmente. ¿El matiz estará en la orientación sexual?

 

 

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