Entrevistar y escribir sobre asesinos es la clara muestra de cómo la estrecha relación entre ética y profesionalismo es la clave para contar historias rigurosas, con sentido de servicio público y que sirvan para salvar vidas, incluso la del mismo periodista.
Incluir el punto de vista de un victimario siempre implica retos para el periodista, sobretodo los que tienen que ver con liberarse de sus propios miedos y prejuicios.