Los corresponsales de guerra de mi país recibieron de un alto oficial unos comunicados mentirosos que debían difundirse porque así se acortaría la guerra, habría menos víctimas y se recuperarían prisioneros de guerra. Para estos periodistas el dilema ético fue claro: o actuaba para obtener esos nobles objetivos o se negaban a mentir. ¿Cómo actuar éticamente en esa situación?
Respuesta de Gumersindo Lafuente
Ya hemos comentado en otras ocasiones la excepcionalidad de las situaciones en caso de guerra. Es muy difícil responder a su pregunta sin conocer el caso concreto. Pienso que en cualquier situación el periodista se debe a la verdad y si empieza a actuar a las órdenes de un militar su trabajo ya no es periodismo, por muy nobles que puedan parecer las intenciones que se persiguen.
Respuesta de Mónica González
El periodista de Tucumán no especifica a qué guerra se refiere por lo que hay que presumir que se trata de la Guerra de Las Malvinas, la última que enfrentó ese país contra un enemigo externo, ya que la guerra contra el enemigo interno que declararon las FF.AA. de ese país dejó un saldo de más de 30 mil desaparecidos.
Para el caso, la respuesta es la misma: en situaciones de guerra es cuando más se debe aumentar la alerta sobre la entrega de información falsa que busca intoxicar a través nuestro a los ciudadanos para provocar que actúen –o no actúen- de una forma que favorezca determinados intereses que son propios de la guerra y no de los procesos de paz. Los periodistas debemos exacerbar nuestros métodos y herramientas para evitar caer o ser prisionero de esas trampas que nos dejan a merced de los buitres de la guerra.
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Respuesta de Javier Darío Restrepo
El de esta consulta es un caso real ocurrido durante la guerra de las Malvinas, y los periodistas que se negaron a seguir las instrucciones del contralmirante inglés, John Sandy Woodward, denunciaron ante un comité parlamentario inglés el intento del militar de utilizar a la prensa.
En efecto, son dos asuntos éticos implicados en este episodio: el de la independencia de la prensa y el del compromiso con la verdad.
El periodista no reconoce otro amo que sus lectores, oyentes o televidentes y a ellos debe servir con la verdad; y para esto necesita:
1. Conocer la verdad de los hechos, lo cual supone disciplina, trabajo constante y amor por la verdad;
2. Además necesita que le crean, o sea credibilidad y esta se construye con un trabajo reconocido por su rigor y empeño para entregar la versión más cercana a la realidad de los hechos. Una mentira como la que proponía el interés publicitario y táctico del comandante echaría a perder la confianza de los receptores en el periodista.
La independencia frente al poder es una actitud fundamental para el buen periodismo, desde lo técnico y desde lo ético. En el código ético de los periodistas austríacos se lee un resumen de lo anterior: “La verdad y la independencia están por encima de todo”.