¿Los periodistas deportivos también deben corroborar o contrastar la información que reciben antes de publicarla o anunciarla ante el público? Al menos en mi país, noto que la prensa deportiva hace caso omiso a una de las reglas sagradas del periodismo que es la contrastación de la información, más bien a ellos les gana por soltar la ‘primicia’ o se amparan en el condicional, sobre todo en temas muy particulares como los fichajes de jugadores, que luego nunca se llegan a concretar. ¿Por qué en el sector deportivo parece que esto es más flexible?
Respuesta de Gumersindo Lafuente
Los periodistas deportivos están sometidos a las mismas normas de rigor que el resto. Otra cosa es que se conviertan en animadores del espectáculo. En ese caso no tendrán que cumplir esas reglas, pero ya no serán periodistas.
Respuesta de Mónica González
Los periodistas deportivos no son extraterrestres, aunque a veces algunos lo parecieran y, por tanto, deben ceñirse a todas las reglas del rigor del buen periodismo. Y no solo respecto al chequeo y contrachequeo antes de dar la primicia del nuevo jugador o entrenador de fútbol que ha sido contratado por un club popular, y cuando eso no sucede ni siquiera dar una explicación.
El fútbol es un deporte que mueve enormes sumas de dinero, y como ha quedado demostrado con el juicio y encarcelamiento a los principales dirigentes del fútbol mundial y de Latinoamérica, los periodistas estamos al debe: no hemos sido un ojo fiscalizador oportuno y agudo de esos negocios que enturbian la gran fiesta popular transversal que nos va quedando.
Los nexos poco claros entre dirigentes de federaciones nacionales, clubes, barras bravas y periodistas han creado un clima que se hace urgente limpiar para hacer más profesional un sector informativo que requiere nutrirse de muy buena información pues lo siguen multitudes.
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¿Cómo compensar el cubrimiento excesivo de partidos durante el mundial de fútbol?
Respuesta de Javier Darío Restrepo
Es conocida la norma de que toda información periodística debe ser confirmada con el mismo vigor con que en los acueductos se debe confirmar que el agua que llegará a la población está libre de contaminación.
Para el periodista que presta el servicio público de informar es un deber asegurar que la información está libre de contaminaciones, por tanto, dudar es uno de sus deberes con la verdad. Es un hecho que nunca se abarca la totalidad de un hecho porque, además de los datos que proporcionan los sentidos, hay otra dimensión a la que solo se llega con la inteligencia. Prescindir de esta parte de los hechos, sean deportivos o de cualquier otra naturaleza, es una tendencia común en los que solo registran lo que abarcan los sentidos y prescinden de lo que muestra la inteligencia.
Esto se explica cuando la información se maneja como una mercancía y así el periodista se degrada a mercenario y mercader de la noticia. En el periodismo de calidad, el negocio está subordinado al ejercicio de informar de modo que se gana dinero para garantizar una información de calidad; no al contrario, cuando la información se pone al servicio de la ganancia, no exige confirmación alguna porque solo importa que aparezca antes que en los medios de la competencia y que seduzca a más lectores u oyentes.
El periodismo deportivo corre el peligro de caer en lo propagandístico o de convertirse solo en entretenimiento y de perder de vista que esta actividad es digna cuando está al servicio del bien de toda la sociedad. Al desaparecer este objetivo, con él dejan de ser las técnicas y la ética de la información. La hipótesis de que las barras bravas son, por ejemplo, hijas de ese periodismo que por ligero y cercano a lo comercial perdió su alma, es una posibilidad que merece ser estudiada. Allí puede encontrarse un caso concreto para ilustrar el tema de esta consulta.