El suicidio del expresidente Alan García fue tomado por la prensa como coyuntura política, o para defenderlo o para atacarlo. ¿Hay algún posible enfoque ético de esta noticia?
Respuesta de Mónica González
El suicidio del expresidente Alan García anticipándose a su formalización judicial, suscitó una ola de ataques y defensas, mostrando cuán dividida está la ciudadanía de Perú ante la crisis política provocada por la corrupción que afecta judicialmente a cinco expresidentes (incluyo a Fujimori pues está en la cárcel por crímenes y corrupción).
Lo grave es que en esta estampida muchos periodistas olvidan lo esencial: los hechos de corrupción por los que Alan García y los otros expresidentes han sido encarcelados, están prófugos o investigados por la justicia.
Lo peor: los deleznables ataques que ha recibido el gran periodista peruano Gustavo Gorriti, quien fue el que investigó a fondo la red de corrupción de la empresa brasileña Odebrecht y develó los nexos de pagos indebidos que involucraban a Alan García y a su entorno. Culpar a Gorriti del suicidio de García es una infamia que tiene como objetivo paralizar la investigación a la corrupción política en Perú. El suicidio de Alan García es lamentable, qué duda cabe, pero no lo convierte en inocente.
Lo ético en este caso es informar con respeto del suicidio del expresidente y entregar toda la información y las pruebas que la justicia acumuló en su contra y de su círculo más estrecho, incluyendo las que aportó el periodismo de investigación de calidad, como el que hace Gustavo Gorriti. Lo que no es ético es que se pretenda con artimañas y operaciones oscuras impedir que se siga investigando o informando sobre la corrupción que desarrolló la empresa Odebrecht para cooptar y comprar a personajes del poder político de diez países de Latinoamérica, contaminando gravemente la institucionalidad democrática de esos países.
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Consideraciones éticas para respetar la presunción de inocencia
Respuesta de Gumersindo Lafuente
Claro que lo hay. El suceso es tremendo, dramático, pero no puede nublar el juicio del periodista. Alan García tenía un pasado, y eso no cambia por cómo murió. Dejarse llevar por la emoción del momento y olvidar la historia no es profesional. Tampoco aprovechar que ya no se puede defender para exagerar sus culpas. En este caso, y lo conocen mejor nuestros colegas peruanos, García tenía una biografía política llena de abusos y dudas sobre la legalidad de sus actuaciones, en un país que vive una auténtica convulsión por los escándalos de corrupción que afectan muy singularmente a políticos, jueces y empresarios. Y el periodismo ha sido una herramienta fundamental para desvelar los nombres de los culpables. Hay que destacar especialmente el trabajo del equipo dirigido por el gran Gustavo Gorriti.
Envía aquí tus inquietudes sobre ética periodística.
Respuesta de Javier Darío Restrepo
Cualquier noticia alcanza la excelencia propia de lo ético cuando su enfoque es de servicio al derecho de saber de la audiencia.
En estos casos la información debe dar acceso a la verdad, a la vez que proteger los derechos y la dignidad de las personas.
En algunos manuales de redacción se tiene en cuenta la singularidad de informaciones como esta y se previenen las consecuencias de las historias de suicidio. En efecto, estas noticias tienen un fuerte impacto en la población, en las familias y en las personas cercanas a la víctima.
En el caso propuesto en la consulta, la aplicación de estos principios impone:
La solidaridad con familiares y amigos que se manifiesta en el cuidado para evitar que el tono y los términos de la información los re-victimice.
Un riguroso compromiso con la verdad, que se afectaría si el periodista se expresa como seguidor político del expresidente, o como su adversario. En consecuencia la información ha de limitarse a los hechos: el proceso judicial que se le seguía, la operación judicial que se adelantaba cuando ocurrió el suicidio, el contexto en que estos hechos ocurrieron. Se excluye, por tanto, todo intento de interpretación o de propaganda política, o la utilización sensacionalista del episodio.
Mantener como guía, el bien de todos. El lector necesita saber qué sucedió, por qué sucedió y las consecuencias del hecho.
Son elementos informativos necesarios para entender lo sucedido y para mirarlo, más que con curiosidad, con interés dentro del marco del bien común.