¿Es actuar éticamente intentar manipular la opinión pública respecto a un personaje político que a nivel personal se considera que no actúa de forma moralmente correcta afectando a la comunidad?
Respuesta de Mónica González
Este es un aspecto delicado porque aquí no tienen cabida ni las “consideraciones” ni las presunciones morales ya que los periodistas debemos extremar el cuidado de no dictar cátedra sobre comportamiento moral. Distinto es si se descubre que un personaje político actúa en su vida privada violentando la ley o principios que proclama en su vida pública, una información que debe ser conocida por la opinión pública siempre y cuando sea veraz y comprobada y no una simple denuncia. Más aún si las acciones que se le cuestionan afectan a la comunidad. Se violenta la ética profesional y se intenta manipular la opinión pública cuando la información que se difunde responde a rumores o denuncias sin fundamentos y no se le permite al acusado entregar su versión.
Respuesta de Jorge Cardona
Cualquier forma de manipulación es contraria a las exigencias del periodismo. Y si se trata de maniobrar informativamente para proteger a un personaje público dudoso, es aún más censurable. Al menos desde el periodismo, lo que corresponde es informar con la mayor objetividad posible. Otra faceta es la que pueda desarrollar quien se dedique a la comunicación política, pero creo que ni siquiera en esta circunstancia es viable deformar la verdad.
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¿Puede justificarse que un periodista tome partido en un hecho?
Respuesta de Javier Darío Restrepo
En el diccionario de la Real Academia Española se lee como cuarto significado de manipular que es “intervenir con medios hábiles y a veces arteros para servir los intereses propios o ajenos”.
Y para el periodista es claro que solo sirve a los intereses de la sociedad; objetivo este que es la base de su dignidad profesional y del peso moral que le acreditan sus lectores.
Sobre casos como el que motiva la consulta. La información del periodista se limita a los hechos, los juicios sobre esos hechos se reservan a las autoridades correspondientes. El periodista, hay que reiterarlo, no es juez, ni debe sustituirlo.
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El periodista contribuye al conocimiento y juicio de los lectores cuando aporta hechos comprobados con los que, a la vez, informa a los lectores y los motiva para exigir justicia. Esa información también puede ser útil para los investigadores judiciales.
Nada de esto se puede considerar manipulación puesto que el interés del periodista, lejos de ser personal, ha de ser de servicio público, y su intervención nunca podrá ser artera ni habilidosa, sino guiada exclusivamente por una voluntad de servicio a toda la ciudadanía