¿Existen normas para el manejo de la información que proporcionan los políticos? ¿Es obligatorio reproducir sus comunicados o entrevistas integralmente? ¿Se puede editar la información que envían?
Respuesta de Gumersindo Lafuente
Existen normas básicas del uso de la fuentes, de cómo reproducir unas declaraciones, de cómo hacer una entrevista o de cómo publicar o resumir una nota de prensa. Y son iguales independientemente del oficio o trabajo al que se dedique el emisor de la información. La regla básica en todos los casos es respetar el espíritu de lo que nos cuenten y en el caso de los textos entrecomillados, la literalidad de lo dicho. Cualquier cambio, resumen o extracto que modifique el mensaje o pueda dar lugar a malentendidos está prohibido.
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¿Los periodistas deberían clasificarse por sus inclinaciones políticas?
Respuesta de Javier Darío Restrepo
Como cualquiera otra información, la que el periodista recibe de fuentes políticas, empresarios o gobiernos, tiene que ser sometida a la crítica y verificaciones de rigor. Esa crítica y verificación deben ser más exigentes con esta clase de fuentes porque los poderosos, por serlo, tienen mayores incentivos para mentir.
La tarea del periodista con el material que recibe de sus fuentes es parecida a la del ingeniero de acueductos con el agua: es su responsabilidad que el agua llegue a las viviendas libre de impurezas y de toda clase de contaminación, de modo que los usuarios puedan consumirla con una confianza total.
La información, como el agua, debe ser tratada para que desaparezcan las impurezas que, en el caso de la información son los sesgos, las inexactitudes, los engaños, las contradicciones e incoherencias y, sobre todo, el ánimo propagandístico o apologético.
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El periodista, al detectar estas impurezas, mantiene la convicción de que la información es un servicio y no un instrumento de poder o de aprovechamiento personal.
Cuando esto se tiene en cuenta, para el periodista es claro que boletines de prensa, entrevistas o discursos de políticos se convierten en material de especial cuidado porque la voluntad de poder, la pasión propagandística pueden convertirlo en material contaminante y contaminado; por eso nunca se reproducen comunicados, ni se transcriben entrevistas o discursos que no se hayan sometido a los indispensables exámenes críticos y de exactitud. Al fin y el cabo su responsabilidad es que la información -como el agua de los acueductos- llegue descontaminada a los receptores de la información.