"Yo soy el García Márquez que no escribe ni cartas de amor”

"Yo soy el García Márquez que no escribe ni cartas de amor”

Jaime llegó a Cartagena en 1950, cuando toda la família García Márquez se trasladó desde la ciudad de Sucre, a 400 kilómetros de allí, en el interior de Colombia. Gabo ya había vivido en Cartagena, en 1948, pero entonces estaba en Barranquilla y luego se juntó a sus parientes en una casa donde, a pesar de los dos pisos, los hermanos necesitaban amontonarse en habitaciones compartidas. "Fue la casa más viva de las varias de Cartagena" donde vivieron, escribió García Márquez en su libro de memorias "Vivir para contarla".
Guilherme Freitas

En un fin de tarde de miércoles, un señor de pelo blanco, voz suave y gestos largos contaba historias para un público de cuatro personas en un restaurante en el centro histórico de Cartagena, cuando una dupla de rapperos de calle se acercó de la mesa. Los jóvenes cantaron de improviso algo sobre cada uno de los presentes, hasta llegar al señor, de espaldas para ellos, sobre quién hicieron una rima con el verso "el abuelo que se parece a Gabriel García Márquez". Con la naturalidad de quién ha pasado por engaños como ese antes, Jaime García Márquez, de 75 años, les sonrió y luego siguió echando sus cuentos.

El octavo de los once hijos de Gabriel Eligio García y Luisa Santiaga Márquez Iguarán, Jaime es hoy la conexión más fuerte de la familia García Márquez con Cartagena de Indias. En estos días, la ciudad que el autor de "Cien años de soledad" eligió como su residencia en Colombia se prepara para recibir las cenizas del escritor, muerto en abril de 2014 en la Ciudad de México, donde estaba radicado desde los años 1960. Marcada para el 12 de diciembre, en la Universidad de Cartagena, la ceremonia marcará el regreso simbólico del autor a su país natal y a la ciudad donde empezó su carrera periodística y encontró el escenario e la inspiración para algunas de sus novelas más conocidas, como "El amor en los tiempos del cólera" y "Del amor y otros demonios".

- Le querían mucho a Gabito en México. Pero nunca se naturalizó mexicano y hace todo sentido que regrese a su tierra - dice Jaime, que sin embargo se molesta con la pompa alrededor de la ceremonia de diciembre, acordada entre la viuda de su hermano mayor, Mercedes Bacha, y el gobierno colombiano. - El gobierno está gastando mucho con eso. Pero nuestra família siempre fue simples. Espero que no hagan nada anti-Gabito.

Jaime llegó a Cartagena en 1950, cuando toda la família García Márquez se trasladó desde la ciudad de Sucre, a 400 kilómetros de allí, en el interior de Colombia. Gabo ya había vivido en Cartagena, en 1948, pero entonces estaba en Barranquilla y luego se juntó a sus parientes en una casa donde, a pesar de los dos pisos, los hermanos necesitaban amontonarse en habitaciones compartidas. "Fue la casa más viva de las varias de Cartagena" donde vivieron, escribió García Márquez en su libro de memorias "Vivir para contarla".

Jaime tenía entonces 10 años y guarda de ese tiempo memorias y cuentos de familia, que a él le gusta mezclar, como solía hacer su hermano mayor. Por muchos años, Jaime exhibió eses dotes a los turistas que guiaba en Cartagena, donde el ingeniero volvió a vivir cuando Gabo le invitó a ser uno de los directores de la Fundación por el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), creada por el escritor y por Jaime Abello en 1995. En las caminadas, Jaime presentaba a los visitantes la Cartagena garciamarquiana, con sitios que fueron testigos de pequeños episodios que iluminan la vida y la obra del escritor.

- Cartagena siempre fue un tema de Gabo. Toda su obra está fundada en la realidad. Nada era ficción pura, él sabía volver poético a lo real. Lo que llaman de realismo mágico yo llamo de "azar bendito" %96 opina Jaime, que, según quienes conocieron a García Márquez, habla con las mismas pausas dramáticas y sonrisas irónicas del hermano mayor.

En aquella tarde de miércoles, Jaime volvió a guiar un grupo de cuatro personas después de ocho años sin hacerlo. Se notaba su ánimo pela manera como tomaba los visitantes por el codo para apuntarles una esquina o un viejo edificio, antes de empezar con el invariable: "Cuenta Gabito que..."

La Cartagena que Jaime les enseñó a los visitantes, poblada de memorias e historias de Gabo, es muy distinta de la ciudad de hoy, en la cual las cenizas del escritor se volverán una atracción turística a más. La pensión del Parque de Bolívar, en el centro histórico, donde intentó hospedarse en su primera noche en Cartagena, en 1948, es hoy una boutique. Tuvo que acostarse en una banca de la plaza, cuenta Jaime, pero el sitio que apunta está ahora lleno de carruajes y cocheros en corbata a espera de los turistas.

En aquella noche de 1948, Gabo fue preso por violar el toque de queda, pero terminó por pasársela tomándose unas copas con los policías, que le hicieron el favor de dejarlo dormir en la prisión. La Cartagena de hoy es distinta de la que se reveló a él entonces "no como el fósil de cartón piedra de los historiadores, sino como una ciudad de carne y hueso que ya no estaba sustentada por sus glorias marciales sino por la dignidad de sus escombros", escribió el autoren "Vivir para contarla".

- Te voy a echar un cuento %96 dice Jaime y narra una historia sobre el día en que se murió su padre y Gabo llevó a él y a sus otros hermanos para conversar en el único sitio donde no le molestarían al escritor ya famoso: un burdel. - Pero las prostitutas reconocieron a Gabito y hicieron cola para que les autografiara sus libros. Eran todas sus lectoras.

A Jaime le gusta enseñar el sitio donde García Márquez empezó su carrera periodística, la antigua sede en ruinas del diario "El Universal", en la calle San Juan de Dios, al lado de la sede de la FNPI. Allí mantuvo una columna regular y escribió notas editoriales de 1948 a 1950, mientras regateaba las clases de derecho en la Universidad de Cartagena, la misma que ahora recibe sus cenizas. Antes de las crónicas, Gabo había publicado en un diario de Bogotá, en 1947, su primer cuento, "La tercera resignación". Jaime dice que el protagonista, un niño que no para de crecer incluso después de muerto, es inspirado en él.

- Yo fui un bebé seismesino y nuestra mamá ponía algodones en una cajita para me acomodar, así como lo hacen con el protagonista. El niño soy yo. Gabo decía que no porque no quería pagarme los derechos - dice Jaime, explicando el nombre de ese tipo de broma exagerada en el Caribe. - A eso llamamos "mamar gallo".

El recorrido termina en el sitio favorito de Jaime relacionado a la obra de su hermano mayor: el Portal de los Dulces, escenario de un pasaje decisivo de "Amor en los tiempos del cólera", en el cual Fermina Daza reencuentra Florentino Ariza pero rechaza su pretendiente, que sólo

la reencontrará 51 años, nueve meses y cuatro días después. Florentino decide escribir una carta de amor desesperada a Florentina, pero ese texto no aparece en la novela. Cuenta Jaime que Gabo le pidió consejos sobre cómo escribirla.

- Yo le dije a Gabito que era él el hermano que entendía de estructuras literarias. Pero me contestó: "Las cartas de amor no tienen estructura literaria". Y me pidió ayuda. Así que le dije: "Yo soy el García Márquez que no escribe ni cartas de amor”.

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