A propósito de la conmemoración del Día Mundial de la Libertad de Prensa, que se celebra desde 1993 por decreto de la UNESCO, las principales agremiaciones de periodistas del Ecuador publicaron una carta abierta en la que buscan llamar la atención del mundo entero respecto a las lesiones contra las libertades de información y expresión en la nación suramericana.
“Los periodistas ecuatorianos, tienen una vocación indomable para informar. Se ha demostrado con la creación de medios digitales y en las redes sociales, que son los espacios que escapan a la censura oficial”, resalta la carta firmada por la Unión Nacional de Periodistas, el Colegio de Periodistas de Pichincha, la Fundación Andina para la Observación y Estudio de Medios (Fundamedios), y la Asociación Ecuatoriana de Editores de Periódicos.
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A los ciudadanos del Ecuador y del Mundo:
Durante nueve años, el gobierno de Rafael Correa ha lesionado gravemente la libertad de prensa en el Ecuador. Ha perseguido a quien opina distinto, ha enjuiciado a medios de comunicación y periodistas, ha insultado y estigmatizado a quienes ejercen el oficio periodístico o simplemente expresan un pensamiento crítico, ha impuesto un régimen de censura previa mediante la imposición de contenidos, ha utilizado la publicidad oficial como instrumentos de premios y castigos, ha anulado el acceso a la información, está utilizando la concesión de frecuencias como mecanismo de presión y silenciamiento de los medios radiales y televisivos, ha propiciado la más grande concentración de medios de nuestra historia, ha arrinconado o cooptado a los medios comunitarios y ha provocado despidos masivos de comunicadores.
El golpe más artero a las libertades democráticas esenciales se produjo con la aprobación y vigencia de la Ley Orgánica de Comunicación, la cual es unánimemente considerada por los expertos y las organizaciones que defienden la libertad de prensa como el cuerpo legal más restrictivo de toda la Región en esta materia, y el más grave retroceso para los derechos fundamentales de las últimas dos décadas. En la aplicación de la LOC, entes como la Supercom se ha convertido en un Tribunal de la Inquisición, donde se juzgan a medios, periodistas y hasta caricaturistas en procesos donde la autoridad es juez, parte y beneficiario de las onerosas sanciones económicas que se imponen con arbitrariedad pavorosa.
En este 3 de mayo, cuando el mundo celebra el Día Mundial de la Libertad de Prensa, en el Ecuador hay muy pocas cosas de que alegrarse. Porque es imposible celebrar la censura.
Como hemos podido atestiguar, en las últimas semanas, la censura puede atentar contra la integridad y seguridad física de las personas. La noche del 16 de abril, por ejemplo, los ecuatorianos fuimos testigos del daño que han causado estos nueve años de golpe tras golpe contra el periodismo, que desembocó en que se nos negó el derecho a informarnos hasta dos horas después del terremoto. Cuando ya los medios internacionales entregaban informes casi instantáneamente, en el país, los periodistas dudaban si debían llamar a la catástrofe temblor o terremoto, sin causar la ira de los jerarcas de la censura.
Estos mismos personajes, en lugar de reconocer y rectificar esta terrible falla que afectó el derecho fundamental a ser informados de los ecuatorianos, provocado por la rígida y sesgada aplicación de la Ley de Comunicación para atemorizar a medios y periodistas, desviando la atención sobre su propia responsabilidad, atribuyen la culpa a la inoperancia de los mismos medios y a la ineptitud de los periodistas. Por supuesto, que la LOC no dice explícitamente que no se puede informar de una emergencia; sin embargo, recordamos que son los censuradores oficiales quienes deciden qué información es contextualizada, plural, veraz, verificada y además contrastada con fuentes oficiales, ausentes esa noche hasta dos horas después de la tragedia.
La Supercom, además, ha afirmado que los medios de comunicación privados no estaban preparados ni contaban con protocolos de emergencia. Nueva falacia. En estos nueve años, el Gobierno ha construido el mayor imperio mediático oficial que recordemos. Esos medios controlados por el oficialismo, que deberían cumplir una función pública, estaban obligados a liderar la entrega de información a los ciudadanos de todo el país. El Gobierno, además, cuenta con una gran maquinaria propagandística y de comunicaciones, con cientos de periodistas a su servicio. La noche del terremoto quienes tenían la obligación de actuar y activar protocolos, no lo hicieron. El Gobierno ha gastado varias decenas de millones para hacerse de un imperio comunicacional que, se demuestra, no está al servicio de los ciudadanos, sino de un proyecto político y al servicio de la imagen de altos funcionarios.
Sin embargo, los periodistas ecuatorianos, tienen una vocación indomable para informar. Se ha demostrado con la creación de medios digitales y en las redes sociales, que son los espacios que escapan a la censura oficial.
Nuestro total apoyo y reconocimiento a los periodistas que en las horas siguientes al terremoto han cumplido con profesionalismo, con responsabilidad, con sacrificio incluso, la tarea de informar al país y al mundo las consecuencias de la catástrofe que sacudió a Manabí y Esmeraldas, siendo agentes proactivos de la inmensa solidaridad nacional e internacional con los damnificados.
En medio de todo esto, 86 medios de comunicación de las provincias de Esmeraldas y Manabí fueron afectados por el terremoto. Catorce de esos medios han sufrido daños muy severos. Algunos han podido restablecer sus transmisiones, muchos otros no. A esta situación hay que sumar que 80 trabajadores de la prensa: periodistas, fotógrafos, operadores de audio, camarógrafos, diseñadores, operarios de imprenta han sufrido pérdidas personales que van desde la muerte de esposas o hijos hasta la destrucción de su hogar. Y aún en esas circunstancias la vocación para informar no cesa. Lo demostraran esas tres radios (una solo prestó su antena, pues sus estudios se habían derrumbado) y ese canal de TV manabita que, con un generador eléctrico a diésel, se enlazaron para ofrecer información en el momento que más lo necesitaba la ciudadanía.
En estos momentos de tragedia, el país se ha levantado solidario. El periodismo de las provincias afectadas debe acompañar con su voz informativa el proceso de reconstrucción. Por eso, como organizaciones periodísticas hacemos un llamado para ser solidarios con los medios y trabajadores de prensa afectados. Para ello, lanzamos la campaña “Qué tu voz no se rompa”, destinada a recolectar donativos para ayudar a que los medios en Manabí y Esmeraldas no se silencien definitivamente. La participación de los medios locales es fundamental para garantizar que la ayuda estatal y de la sociedad civil sirvan para reconstruir las localidades afectadas. Los medios y periodistas locales son fundamentales para informar como esa ayuda se canaliza desde el interés ciudadano.
La solidaridad, como valor, también puede vencer a la censura.
Guadalupe Fierro
Presidenta Unión Nacional de Periodistas del Ecuador
Marco Villarruel
Presidente Colegio de Periodistas de Pichincha
César Ricaurte
Director Ejecutivo Fundamedios
Diego Cornejo
Director Ejecutivo AEDEP