Lenguaje sexista: 5 consejos para que no se presente en las redacciones
4 de Julio de 2017

Lenguaje sexista: 5 consejos para que no se presente en las redacciones

Lecturas recomendadas para capacitar a su redacción en cómo evitar el sexismo en su lenguaje.
Fotografía: picjumbo en Pixabay | Usada bajo licencia Creative Commons
Red Ética

La semana pasada llevábamos a cabo nuestro debate semanal en Twitter dedicado a responder una pregunta: ¿Cómo acabar con el lenguaje sexista en la prensa?

Los participantes en el tuitdebate, entre los que se encontraban periodistas provenientes de toda Iberoamérica, aportaron numerosas ideas. “Eso se debe a que en ese tipo de prensa, la mayoría de sus escritores son hombres, aunque hay excepciones”, dijo por ejemplo Jerson Romero.

Al final del debate, compartimos como es costumbre un listado de lecturas recomendadas sobre el tema en cuestión, de las cuales queremos extraer a continuación cinco consejos que ayudarán a detectar e ir acabando con el lenguaje sexista que se trata de colar en los titulares o ciertas coberturas periodísticas.

1. Revise si hay sexismo en la selección de sus fuentes

A veces sin darnos cuenta, los periodistas terminamos consultando solamente a hombres como fuentes para la realización de un reportaje, cuando el incluir la perspectiva de una mujer podría enriquecer el trabajo.

Nadie desconoce que en el mundo público los hombres predominan y que, por lo tanto, son fuentes naturales. Sin embargo, la invitación es hacer algo a partir de esta constatación, considerando que paulatinamente las mujeres se han ido incorporando a diversos ámbitos.

La guía titulada “Por una perspectiva de género: pautas para un periodismo no sexista”, elaborada por la UNESCO, recomienda que para intentar equilibrar las vocerías la primera pregunta es si están presentes las voces de las mujeres. Como el criterio no debe ser sólo cuantitativo, el siguiente paso es preguntarse qué tipo de mujeres son fuentes. Lo óptimo es entrevistar a mujeres expertas en los temas abordados o mujeres organizadas que representen a otras mujeres.

2. Cuidado con la forma de preguntar

Muchas veces, aunque le preguntemos a mujeres, llevamos implícitos prejuicios de género. Algunas preguntas válidas que debemos hacernos respecto a nuestra manera de interrogar a una entrevistada, según recomienda el mismo documento de la UNESCO, son:

- ¿Preguntamos a las mujeres qué sienten, y a los hombres qué piensan?

- ¿La forma de incorporar a las mujeres es a través de una encuesta callejera o como experta profesional?

- A las académicas, ¿les preguntamos sólo sobre cuestiones de género o las consideramos como especialistas en sus disciplinas?

- ¿Hay temas o secciones para los cuales no nos preguntamos si hay voces femeninas que pudieran entregar aportes, como en Deporte, Economía y Negocios; Política Internacional o Ciencia y Tecnología?

3. Entienda qué es el Androcentrismo

Según explica Lissandra Martino Curbelo en su ensayo titulado ‘El lenguaje sexista en los medios de comunicación’, el Androcentrismo consiste en ver el mundo desde lo masculino, toma al hombre como parámetro de la humanidad. El hombre como centro de todos los conocimientos, donde vemos una visión parcial de la realidad al considerar que lo que han hecho los hombres es lo que ha hecho el conjunto de la humanidad, siendo un patrón para medir a cualquier persona olvidándose de las mujeres, por ello escuchamos: la historia y el hombre, el avance científico del hombre, etc. Se deja de lado las palabras en términos femeninos y van dirigidos al colectivo de hombres.

4. Preste atención de no destacar a una persona por el solo hecho de ser mujer

Se trata de una de las formas más sutiles, pero también más comunes de seximo. Se presenta tanto en forma positiva como negativa. La positiva, cuando los medios destacan que una mujer logró ocupar un alto cargo público o realizó una hazaña deportiva. Si se tratara de un hombre, no se resaltaría su género, ¿verdad?

En negativo sucede algo similar. Cuando es una mujer la protagonista de un crimen, se suele destacar hasta la saciedad que se trataba de una mujer quien lideraba la banda de asaltantes, o quien cometió un asesinato, o violó las normas de tránsito.

El lenguaje sexista también se muestra mediante la diferencia o la condescendencia, al elogiar a una mujer por su “naturaleza femenina”, por ser “lo más bello de la creación” o “trabajar siempre por el bien de la familia”, todos ellos estereotipos que anulan la individualidad de la persona, estima Orquídea Fong en su artículo ‘Lenguaje sexista: la responsabilidad del periodismo’.

5. No se sobreactúe

Aunque es cierto que la lengua española está llena de preferencias que pueden ser consideradas sexistas, para referirse especialmente a plurales en género masculino (los otros, los demás, los padres), tampoco estamos invitando a usar en adelante siempre las palabras que indiquen ambos géneros (los otros y las otras, los demás y las demás, los padres y las madres).

Aun cuando dejáramos de lado estas cuestiones sintácticas sutiles, seguiría siendo pertinente la simple pregunta de dónde fijar los límites ante el “problema de la visibilidad de la mujer en el lenguaje”, se pregunta Ignacio Bosque en su ensayo ‘Sexismo linguístico y visibilidad de la mujer’. Para él, si la mujer ha de sentirse discriminada al no verse visualizada en cada expresión lingüística relativa a ella, y al parecer falla su conciencia social si no reconoce tal discriminación, ¿cómo establecemos los límites entre lo que su conciencia debe demandarle y el sistema lingüístico que da forma a su propio pensamiento?

Admitámoslo, si se aplicaran las directrices propuestas en las numerosas guías sobre equilibrio de género en el lenguaje, en sus términos más estrictos, sencillamente no se podría hablar.

 

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