Contar las noticias, las historias, los datos, los hallazgos y las incertidumbres de las vacunas, que fueron las primeras herramientas farmacológicas con las que contó el mundo para combatir al COVID–19, nunca pareció una tarea fácil. De hecho, si hay una palabra que puede describir el cubrimiento periodístico de esta empresa titánica en la que toda la humanidad está comprometida es la responsabilidad.
En eso coincidieron los periodistas y asistentes al taller virtual ‘Claves para cubrir la vacunación contra el COVID–19 en América Latina’, que tuvo lugar en cinco sesiones del 8 al 17 de noviembre y fue dirigido por Jorge Galindo, analista de datos de la edición americana del diario El País de España, y una voz de referencia en el cubrimiento de la pandemia por sus análisis de la emergencia sanitaria y el avance de la vacunación.
Fueron más de 10 horas en las que los periodistas de 18 países (2 de Argentina, 1 de Brasil, 1 de Chile, 2 de Colombia, 1 de Costa Rica, 2 de Ecuador, 3 de México, 1 de Nicaragua, 1 de Panamá, 1 de Paraguay, 2 de Perú y 1 de Venezuela) se sumergieron en el ambiente necesario para entender desde el origen de las vacunas que se están aplicando en el planeta, hasta los principales interrogantes que deja este proceso inédito y que no son pocos.
Porque, tal como se dejó en claro a lo largo del taller, la vacunación contra el nuevo coronavirus es un camino con incontables preguntas válidas y, por ahora, muy pocas respuestas concluyentes. Un camino que la humanidad y la ciencia –y los periodistas– deben seguir andando para terminar de responder las dudas que quedan por despejar y todas aquellas que surgen con cada hito que se alcanza.
Las vacunas y sus preguntas
Con la pandemia moderna, el mundo se ha visto sorprendido no solo por la aparición de un virus que cambió mucho de lo que conocíamos, sino por el rápido uso de vacunas específicas que han servido para combatir con éxito y seguridad la pandemia desde el plano farmacológico.
Desde las primeras aplicaciones a finales del 2020, muchos lanzaron la primera pregunta: ¿Por qué surgieron vacunas tan rápido? En el taller, Galindo repasó la historia de estos medicamentos y recordó que su desarrollo no fue espontáneo y muchas de las plataformas que hoy llegan a los brazos de personas en todos los países se vienen desarrollando incluso desde hace varias décadas.
La segunda duda de muchos fue entonces si realmente funcionaban estas vacunas, que, a decir verdad, no eran pocas ni iguales. Sin embargo, el método científico se encargó de responder con rigurosos estudios que dieron paso a autorizaciones de emergencia que estos fármacos no solo eran seguros sino efectivos en altos niveles para proteger a los seres humanos contra las formas más graves de la enfermedad que causa el nuevo coronavirus.
A comienzos del 2021, conforme se implementaban en varias latitudes los planes de vacunación los ojos de la ciudadanía –y sus preguntas-– se enfocaron en los reportes de eventos adversos que se conocían a través de medios de comunicación. En este punto, Celia Mercedes Alpuche Aranda, directora del Centro de Investigación sobre Enfermedades Infecciosas del Instituto Nacional de Salud Pública de México y parte del grupo de trabajo COVID–19, en apoyo al SAGE de la Organización Mundial de la Salud, confirmó que los efectos graves son extremadamente raros y los beneficios de aplicarse las dosis están muy por encima de sus riesgos.
“No podemos crear pánico porque la inmensa mayoría de la población tendrá efectos muy leves y debemos procurar que sean cada vez más los vacunados”, pidió Alpuche a los periodistas.
A eso vinieron en el mundo más interrogantes como si las vacunas mostraron los mismos resultados en el mundo real como en los contextos de ensayos clínicos primarios –lo que se respondió con un rotundo sí– o si estos productos farmacológicos podían garantizar la misma efectividad contra versiones mutadas del virus –lo que ya se comprobó para las primeras variantes de preocupación–.
Pero incluso el surgimiento de las preguntas tiene un desarrollo porque las circunstancias que rodean los procesos de vacunación y el uso de estos fármacos cambian y se vuelven tan complejas como las decisiones que toma cada país y la evolución del virus.
“Ya hay cambios en la narrativa y las formas como contamos las vacunas. Hace unos meses nos concentramos mucho en el conocimiento del desarrollo de la vacuna, en ese momento eureka en el que se creó la vacuna. Luego las preguntas giraron sobre si las vacunas eran seguras y si funcionaban y ahora las preguntas de las audiencias y de nosotros mismos están en si las vacunas siguen funcionando y para quién funcionan mejor”, aterrizó Jorge Galindo en la primera sesión del taller.
En ese escenario, tal como preguntó Alexis Revollé, uno de los asistentes, es clave para los periodistas saber comunicar la incertidumbre en estos procesos porque, por más que se quiera, hay respuestas que no se tienen y que solo el tiempo traerá. Estas incógnitas están relacionadas, por ahora, con los esquemas de vacunación y los tiempos de efectividad, la necesidad o no de dosis de refuerzo periódicas, los impactos de los programas de vacunación a mediano y largo plazo y, como es lógico, con el fin de la pandemia.
Y aquí es muy importante ser tan precisos como se pueda en la construcción de los contenidos, teniendo en cuenta elementos de tiempo, fuentes, contexto e implicaciones. En ese sentido, las comparaciones de resultados que mejor pueden ayudar a entender el panorama son entre vacunas, entre grupos poblacionales y entre momentos.
Galindo puso un ejemplo que llamó la atención de los asistentes y que es útil para entender los alcances de la comunicación de las vacunas. “Las vacunas están en la portería evitando que el virus cuele un gol durante cierto tiempo. Pero en esa tarea no es lo mismo ser el arquero del Real Madrid en un partido contra un equipo de tercera división, en el que tienes la mejor defensa ante ti y apenas recibes uno o dos disparos a portería, que serlo contra el PSG en una semifinal de la Champions League, con disparos cada 10 minutos”, indicó.
Más allá de lo clínico
Los procesos de vacunación contra el COVID–19 en el mundo están inevitablemente ligados a decisiones políticas que a su vez pasan por lo comercial y lo estatal, y por las capacidades propias de los países para acceder a dosis. Como se ha visto, los contextos de la inmunización son muy diversos y el avance en regiones como América y África no ha sido el mismo que en Europa, por poner el caso.
Conocer esos alcances y limitaciones es también una misión de los periodistas a la hora de cubrir los programas de vacunación nacionales, insistió Galindo en el taller.
Al comienzo, muchas decisiones tomadas por los países para lograr sus primeras dosis atravesaron criterios como la eficacia y la seguridad conocidas en ese momento, cuestiones logísticas, el precio de las tecnologías, la disponibilidad, la rapidez de entrega, la fiabilidad de los productores y, asimismo, la cercanía diplomática, el acceso a la fuente y la capacidad de fabricación interna. Esto último, por ejemplo, ayudó a Argentina y a México a conseguir vacunas tempranamente.
Muchos de esos elementos siguen siendo condicionantes en un contexto en el que el mercado de vacunas sigue siendo limitado en el mundo. “Las decisiones de los países pasaron siempre por una tensión constante entre muchos condicionantes. En cuanto a precios, por ejemplo, hubo una dispersión entre las vacunas. Como tendencia los países de mejores ingresos tuvieron precios más altos y los de bajos ingresos precios más bajos, obedeciendo a la discriminación de precios”, explicó Andrés Vecino, investigador de salud pública de Johns Hopkins Bloomberg School of Public Health, invitado al taller para aterrizar estas realidades de las vacunas que superan lo estrictamente clínico.
Y, por supuesto, estos aspectos que desbordan lo sanitario también plantean preguntas:
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¿Cómo hacer para mantener en el tiempo la sostenibilidad de los centros de producción de vacunas?
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¿Se liberarán las patentes o las licencias de las vacunas para facilitar su producción masiva?
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¿Cómo se podrá garantizar el acceso a dosis a los países que no avanzan en su inmunización al ritmo deseado?
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¿Qué papel jugarán las vacunas que están en fase de desarrollo?
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¿Los tratamientos que están surgiendo enfrentarán los mismos retos?
Vacuna y desinformación
El taller organizado por la Fundación Gabo buscaba, por una parte, fortalecer las capacidades de los periodistas para la cobertura del proceso de vacunación contra el COVID–19 en la región y, por el otro, contribuir a combatir la desinformación en el contexto de la pandemia que se ha ensañado especialmente con las vacunas y que, por tanto, se constituye en un riesgo para la salud pública.
El cubrimiento de esta emergencia ha dejado en evidencia que los periodistas están expuestos a riesgos de desinformación, a generar mala información y a la amenaza de las noticias falsas en torno a la vacunación.
“La mayoría de esos mensajes no se comparten de mala fe. La gente tiene poco tiempo y mucha información por consumir. Nunca en la historia de la humanidad se había consumido tanta información como ahora”, aseguró Galindo.
Los asistentes, que relataron sus propias experiencias con las llamadas noticias falsas y la desinformación, coincidieron en que se trata de uno de los principales retos del oficio en la actualidad, pero al mismo tiempo representa una oportunidad para abordar la problemática con rigor.
En ese sentido, coincidieron en que para atajar la desinformación se deben procurar en las piezas periodísticas la verificación de la información, la contrastación de fuentes y la asesoría y cercanía con expertos de primer nivel que puedan dar luces, desde lo técnico, sobre ciertas noticias.
En lo referente a las vacunas, los periodistas deben tener mucho cuidado en:
1. Laboratorios vs. Mundo real: no confundir los resultados de los ensayos de primeras fases, muchos de ellos desarrollados bajo condiciones de laboratorio, con las evidencias de efectividad que van mostrando las vacunas en el mundo real.
2. Eficacia de la vacuna: este porcentaje, contrario a lo que se podría pensar, no representa el número de personas con desenlaces favorables dentro de un universo; sino que refleja la reducción del riesgo de diferentes desenlaces cuando en estudios se comparó a los vacunados frente a un grupo de control.
3. Eficacia vs. Efectividad: La eficacia puede entenderse como el porcentaje de reducción de ciertos desenlaces en el grupo de tratamiento versus el grupo de control (que recibió placebo) justamente por el uso de la vacuna. La efectividad se refiere a estos mismos valores, pero ya observados en el llamado mundo real, es decir, entre todos los vacunados versus los que no recibieron dosis.
4. Desenlaces de interés: En los estudios llevados a cabo se han evaluado desenlaces como la infección, el desarrollo de síntomas leves y severos, la hospitalización, la necesidad de cuidados intensivos, de ventilación o si finalmente la persona infectada falleció.
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En todo caso, Galindo apuntó que, de acuerdo con los datos disponibles, por ahora en el contexto latinoamericano las razones para el escepticismo hacia las vacunas giran entorno a los efectos secundarios o a los temores por la seguridad de las vacunas principalmente. A ese argumento le siguen las dudas sobre el funcionamiento de estos fármacos, otros simplemente no creen necesitarlos y, por último, están las motivaciones religiosas.
Y justamente para abordar el tema de los efectos adversos de una forma adecuada, Galindo recomienda para los contenidos periodísticos tener en cuenta:
1. Comprobar la frecuencia: ¿cuál es la proporción de personas afectadas sobre total de vacunados?
2. Compara la frecuencia con la habitual: ¿en qué proporción suele darse ese mismo evento (o lo más parecido posible) entre el conjunto de la sociedad?
3. Redefinir y recalcular: Para ser mucho más precisos se puede confirmar, con base en datos proporcionados, si estos eventos se presentan con mayor frecuencia en ciertas poblaciones (mujeres jóvenes o adultos mayores, por poner dos ejemplos). Y entonces, con ese nuevo cálculo, se puede comparar su frecuencia de aparición con la población general y sin el contexto de la vacunación.
4. Comparar con no vacunados: Comparar la frecuencia de aparición de estos episodios entre vacunados y los no vacunados que se infectan con COVID–19.
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Nuevos retos
Galindo, sus invitados y los asistentes al taller también coincidieron en que hace falta mucho por conocer en esta pandemia y que el presente ya plantea retos que se resolverán, en los mejores escenarios, en el mediano plazo.
Entre ellos se encuentran los refuerzos de las vacunas, la obligatoriedad de las mismas y los resultados de estas medidas tomadas por algunos países y, por supuesto, la aparición de nuevas variantes de preocupación del nuevo coronavirus que, debido a sus mutaciones, puedan cambiar las reglas de juego de lo que conocemos de la pandemia.
En suma, a este camino de preguntas que ha sido la pandemia le faltan muchas respuestas. Y ahí el periodismo tiene mucho que aportar en ese entendimiento.
Sobre el maestro
Jorge Galindo es doctor en sociología (Universidad de Ginebra) y máster en política pública (Erasmus University Rotterdam). Actualmente se desempeña como analista de datos de la edición americana del diario EL PAÍS y como director adjunto del think tank EsadeEcPol. En ambos frentes ha estado cubriendo la pandemia desde dos ángulos específicos: la traducción de la evidencia científica disponible a luces sobre cómo navegar la situación actual y futura; y los dilemas de decisión (tanto personales como colectivos) que implican esta navegación. Como consecuencia de ambos ángulos, su foco actual está en el proceso de vacunación.
Sobre el taller
El taller virtual ‘Claves para cubrir la vacunación contra el COVID–19 en América Latina’ tiene lugar en cinco sesiones del 8 al 17 de noviembre de 2021 y busca contribuir a combatir la desinformación en el contexto de la pandemia y en particular lo relativo al proceso de vacunación contra este virus en la región, mediante la formación de periodistas latinoamericanos. Participan 18 periodistas de América Latina, encargados de cubrir la fuente de salud en medios escritos, radiales, audiovisuales y digitales