El cuarto día del Módulo de Música de la Beca Gabriel Garcia Márquez de Periodismo Cultural transcurrió lejos de la sala de redacción, en contacto directo con la música y las voces de expertos en escenarios del Festival Internacional de Música de Cartagena. Tomando como punto de partida Serva Padrona -ópera bufa interpretada por el Concerto Italiano dirigido por Rinaldo Alessandrini-, Anne Midgette, Diego Fischerman y Jonathan Levi hablaron sobre características generales de la música del barroco. Fueron subrayadas la velocidad del fraseo, el uso de instrumentos de varios siglos de antigüedad y el amplio margen de improvisación de estas interpretaciones, que permite a uno de los maestros referirse a los músicos del barroco como “los jazzistas de su tiempo”.
Esta libertad de interpretación ha sido reconquistada recientemente: una música que fue originalmente muy espontánea perdió esa fuerza al ser redescubierta durante la Segunda Guerra Mundial, un momento en que Europa buscaba certezas en medio del derrumbe de todo el continente. En ese momento, los intérpretes intentaron convertir la música del barroco en una especie de “música pura”. Lo que hicieron intérpretes alemanes, austriacos, ingleses y franceses en la segunda mitad del siglo XX, fue devolverle su cuerpo a la música del barroco, alejarse de lo canónico, superar lo escrito en la partitura y poner el acento sobre la interpretación. Los italianos, creadores del barroco, fueron los últimos en retomar esta tendencia.
En una charla informal posterior a este conversatorio, los talleristas enfrentaron de nuevo el temor a hablar sobre la música, vencer el silencio en el que algunos se quedan al ser cuestionados acerca del sonido, esta vez en relación con Serva Padrona. Varios retos se presentan al momento de enfocarse en el sonido cuando se trata de una pieza como esta. Una de ellas es que la actuación capte la atención y distraiga respecto a la interpretación musical. En esta ópera, la música parece a ratos un elemento de fondo y solo en ocasiones entra a dialogar con las actuaciones. Por ello “recordar” las cuerdas que están sonando y dirigir los oídos hacia ellas o separar las voces de los gestos requiere un esfuerzo adicional consciente. Otra limitación es el idioma (esta pieza está escrita en un dialecto napolitano, incluso algunos de los músicos no entienden la totalidad de la letra), sobre esto es interesante el manejo de los subtítulos, un elemento con fines facilitadores pero que a veces puede complicar aún más la experiencia, exigiendo otro nivel de atención.
El reto de un enfoque
Sorteadas estas dificultades técnicas y considerando tanto la actuación como la música, los becarios hicieron referencia a lo “sencillo” y “entretenido” de la puesta en escena, la debilidad de la voz masculina en comparación con la soprano y el papel secundario de la orquesta. También la emotiva respuesta del público del teatro, muchos de ellos profundamente dormidos hasta el momento de un aplauso al que se unieron con euforia, captó el interés de algunos talleristas.
¿En cuál de estos aspectos enfocar la atención?, ¿cuál de estos temas es “la noticia”?, ¿qué de todo esto debe el periodista compartir con sus lectores?, ¿cuál es la historia de esta presentación? Hallar la respuesta resulta todavía más complejo cuando el tema, personaje o concierto no son escogidos por iniciativa del autor. Anne Midgette ubica el tema en la realidad de su experiencia: “Si trabajas como freelance buscas la historia que quieres, pero si trabajas para un periódico en gran medida escribes sobre lo que te paguen por cubrir”.
No hay una sola historia, cada comentarista escribe SU historia. La elección es personal y parte del gusto y la experiencia individual del crítico. El proceso implica prestar atención y describir con cierta precisión no necesariamente técnica. Las reseñas no tienen que ser distintas a otras formas de escribir. Sin dejar de lado el estilo personal, es importante tener en cuenta para quién escribes. En palabras de Midgette: “En mi caso se trata de oído, estilo y contar historias que alguien más quiera leer, sin olvidar que estamos involucrando nuestros gustos, asumiendo que es muy complicado diferenciar los hechos de los sentimientos”.
Respecto al espacio que se dedica a la audiencia. Midgette opina que “la importancia de lo que ocurre en el público es más fuerte cuando su respuesta contrasta con la opinión del periodista. Es valioso para los lectores conocer ese contrapunto, esas opiniones encontradas”. Si en un concierto que el crítico considera mediocre, el público responde con una ovación cerrada, los lectores que no estuvieron ahí merecen tener la oportunidad de conocer las dos reacciones y tomar partido desde su propia experiencia. Respecto a la fuerza de esta experiencia, George Bernard Shaw decía: “Una presentación es realmente buena si al salir del teatro caminas cinco cuadras en la dirección equivocada”.