El sismo del 19 de septiembre del 2017 en la Ciudad de México causó daños en diversas zonas de la ciudad. Un caso fue el Colegio Enrique Rébsamen en donde fallecieron menores de edad debido a construcciones ilícitas dentro del terreno en donde se encontraba el colegio. La propietaria del colegio y responsable de la construcción es buscada por la justicia y su paradero se desconoce. Un medio de comunicación publicó una entrevista desde un lugar que sólo ellos conocen a pesar de que tiene órdenes de aprehensión. ¿Es ético entrevistar a una persona que es buscada por la justicia a pesar de que el hecho del derrumbe del inmueble hizo que se conociera las irregularidades dentro de la construcción del colegio?
Respuesta de Mónica González
Este es un problema para el consejo de redacción de un medio de comunicación de cualquier país. Y lo primero que, a mi juicio, debiera quedar claro es que entrevistar a un prófugo no es necesariamente una falta ética. Menos en países donde el sistema judicial está severamente cuestionado. El problema ético se plantea con el resultado de esa entrevista. Si el periodista solo va a ser portavoz de un (a) prófugo (a) y el valor de la entrevista es solo demostrar que lo encontramos y que hablamos con él, sin hacerle todas las preguntas indispensables que apunten a su responsabilidad en los delitos y por qué no se ha entregado a la justicia, es una falla ética grave.
Recordemos que años atrás fue entrevistado en México un narcotraficante famoso, acusado de múltiples delitos, entre ellos, asesinatos, provocando una polémica.
El tema de fondo a dirimir después de hacer la entrevista y antes de publicarla, es si sus dichos aportan hechos fundados, documentados, que sirven para dilucidar uno o varios nudos oscuros en que la investigación judicial se halla entrampada. Como por ejemplo, la existencia de una red de protección para otros responsables de los ilícitos, o irregularidades graves en la investigación y/o en el proceso. Y también, por qué esa persona que debiera estar frente a un tribunal, se beneficia de una libertad que las familias de esos niños y otros entienden como una falta de justicia que propicia la impunidad.
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Para esa entrevista, por tanto, el periodista debe prepararse para buscar respuestas fundadas a los ilícitos de los que se le acusa. Y en este caso, tener presente que esas respuestas van directo a los oídos de familias que han perdido dramáticamente a sus hijos por construcciones ilegales que, por ser irregulares, no resistieron un terremoto. Una economía de dinero que tuvo un resultado criminal.
Si finalmente esa entrevista sólo sirve para que esa persona intente lavar su imagen, exculpándose, diluyendo su responsabilidad, endosándosela a otros y manipule sentimientos, estamos frente a un problema. Cualquier lector, auditor o televidente podría deducir que ese prófugo pagó por esa entrevista. Y en ese caso, darle espacio a un prófugo solo servirá para confirmar la impunidad.
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Respuesta de Javier Darío Restrepo
Al ratificar lo dicho por Mónica agrego que el periodista tiene una misión distinta a la del policía o a la de los jueces. Lo suyo es el servicio a toda la comunidad que, al conocer el pensamiento del presunto delincuente, contará con un elemento de juicio para tener conclusiones más equilibradas sobre lo sucedido. Para que ese servicio se pueda prestar, el periodista debe tener en cuenta el interés de las víctimas y de la sociedad antes que cualquiera otra consideración.
Es claro, además, que el periodista debe permanecer alerta ante la posibilidad de que esta clase de entrevista sea utilizada por el delincuente para su propósito delictivo. Cuando esto no se tiene en cuenta el periodista puede ser manipulado como un idiota útil.