Oí a un colega afirmar que el periodista no debe comprometerse con ninguna causa y que siempre debe ser neutral. ¿Qué es lo ético: la neutralidad o el compromiso?
La neutralidad se confunde frecuentemente con la objetividad y de ahí nace el equívoco.Cuando un periodista cubre situaciones de conflicto: sindicalistas enfrentados a patronos un partido político contra otro, guerrilleros contra fuerzas regulares, etc se impone una neutralidad que ayuda a la objetividad. Esa actitud, también descrita como toma de distancia, permite identificar las partes de verdad que hay en unos y en otros, y denunciar los errores de los bandos en pugna. Esta tarea ayuda al acercamiento, porque deja ver los puntos de acuerdo que suelen ocultar o el fanatismo o el ardor de la pugna.
En cambio hay hechos en los que cualquiera neutralidad puede convertirse o entenderse como complicidad con el mal. No cabe neutralidad ante la violación de los derechos humanos, ni ante el secuestro, ni ante la corrupción, por ejemplo. En estos casos no hay lugar a discusión, pero sí a una información completa exigida por el deber de hacer entender mediante la noticia contextualizada y explicada. No basta la descripción de las víctimas y de su tragedia, ni la estigmatización de los victimarios. Ayudado por el periodista, el lector debe identificar los orígenes del mal, lo mismo que las soluciones que impedirán su repetición. Es una toma de partido a favor de las víctimas y en contra de quienes los atacan, que es una expresión de la solidaridad del periodista.
Documentación.
En Bosnia- Herzegovina y en Ruanda muchos periodistas se comprometieron. En estos territorios comanche de la información, muchos eligieron su campo, con más frecuencia, el de las víctimas y, a veces, peligrosamente, el campo con mayor número de víctimas. El periodismo estuvo amargamente dividido, constantemente intercambiaron acusaciones de manipulación y de parcialidad, se rompieron muchas amistades en la noche y la neblina de las guerras étnicas, en los retenes de locura y crueldad humanas.
Siempre he preferido la capacidad de indignación de los periodistas a la extraordinaria complacencia de algunos de sus colegas más atentos a los razonamientos de las cancillerías que a los gritos de las víctimas. ¿Podemos, pues, permanecer impasibles ante la barbarie? La respuesta me parece inmediata y evidente. Cuando los programas amenazan, cuando las bandas de asesinos sacan sus armas, la urgencia prohíbe la neutralidad. " Todo periodista debería ser objetivo" decía Elie Wiesel, " pero un periodista no puede ser neutral. La neutralidad no puede herir al verdugo sólo perjudica a la víctima. No podemos pedir a los periodistas que dejen de ser humanos para hacer bien su trabajo."
El compromiso del periodismo tiene como principal exigencia la verdad, y por tanto, la imparcialidad. Esta se encuentra en el corazón de la filosofía y de la metodología de una organización tan comprometida como Human Rights Watch. Pero no se confunde con la noción de imparcialidad que en 1942 le habría dado un mínimo a los judíos y otro a Hitler, sino con la obligación de aplicar en todos los campos los mismos criterios de investigación y difusión de la información. Y luego tomar parte.
Es la calidad de la información la que otorga eficacia a la realidad. Incluso si el público llega a preferir la censura y no le gusta que se enturbien sus estereotipos y sus apriorismos, es la calidad de la información la que determina la credibilidad del periodismo y, por tanto, su capacidad para convencer. El compromiso con el periodismo es el mejor homenaje rendido al compromiso por los derechos del hombre.
Jean Paul Marthoz
En Sin humanidad el periodismo no es más que mero negocio. Icaria, Barcelona 2002. P. 203, 208, 209