¿Qué tan ético es estar en las campañas electorales sin hacer notar mi propósito de recolectar información para hacer mi reportaje, lógicamente sin engañar a los políticos sobre la promesa de un voto seguro?
Los códigos de ética que reclaman unas formas legítimas para recopilar información, rechazan la adopción de una identidad falsa y el uso de engaños. En el caso propuesto, no se da lo uno ni lo otro.
Adoptar una identidad falsa es una forma de mentir que contradice el talante ético que le impone al periodista juego limpio además, esa práctica erosiona su credibilidad. A partir de un engaño, el público difícilmente puede creer que en las otras actitudes el periodista pueda ser veraz.
Algunos códigos van más allá y exigen que el periodista se presente siempre como periodista, sin disimular su condición otros códigos sólo exigen que no haya engaño deliberado.
En el cubrimiento de campañas electorales se trata de mirar con ojos de ciudadano cuáles son los mecanismos utilizados para motivar el voto de los electores. Debe tenerse en cuenta que el periodista es un ciudadano que, al informar, utiliza los instrumentos ciudadanos y ejerce sus derechos de fiscalización.
Documentación.
Dada la complejidad con que suelen presentarse al informador los temas políticos, se habrá de combatir por encima de todo la incompetencia y la superficialidad con la especialización. Contra las presiones de los políticos hay que defenderse éticamente con la independencia. El informador político en funciones profesionales debe olvidarse de su afiliación política, de sus militancias, de sus intereses de partido. Los informadores deben abstenerse de expresar sus preferencias personales. Para expresar sus puntos de vista deberán hacerlo como ciudadanos comunes fuera de los programas en los que intervienen como protagonistas de la información al público.
Independencia significa también que hay que evitar la tendenciosidad o intención de aprovechar la ocasión para llevar el agua al propio molino. La tendenciosidad se manifiesta en la forma de entrevistar a los políticos y de presentar sus programas electorales es una forma descarada de manipulación pública, se aprecia a veces en la elección de las preguntas, en el modo de formularlas y en el tiempo dispensado para responderlas.
Por último una mención para el riesgo de sobornos. A los políticos les interesa mucho que no se propalen sus escándalos y sí sus seudoéxitos. El momento ideal para las propuestas deshonestas en materia de soborno tiene lugar en las campañas electorales. Desde el punto de vista ético la responsabilidad informativa sobre política podría resumirse en dos palabras: competencia profesional e independencia de acción e interpretación.
El informador inteligente y responsable no puede olvidar que su ideal profesional lo marca la verdad, mientras que el profesional de la política busca por encima de todo el poder, a cualquier precio.
Niceto Blázquez.
En Etica y Medios de Comunicación.
Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid 1994. Páginas 300-301.