¿Cómo abordar temas que crean conflictos con los intereses comerciales del medio?
Respuesta: En toda redacción existe, activo o latente, el conflicto entre los intereses comerciales del periódico o del noticiero, y la intencionalidad periodística. Las gerencias quieren un periódico rentable, los periodistas buscan un periódico que influya; el gerente argumenta que un periódico sin dinero no sobrevive, los periodistas juran que un periódico sin influencia es solo papel entintado. En esa pugna se ha perdido demasiado tiempo y se han dilapidado energías valiosas que se hubieran aprovechado mejor buscando un punto común entre gerentes y periodistas. Lo planteó sabiamente Josep Pulitzer: “para que un diario resulte de verdadera utilidad para el público debe tener gran circulación, porque sus noticias deben llegar al mayor número de personas y porque la circulación significa avisos, los avisos significan dinero y el dinero significa independencia.” No se trata de poner como objetivo principal la ganancia; sino de incrementar la ganancia para mantener la independencia; pero la independencia se busca porque con ella se tiene credibilidad, que es lo que el periódico quiere ofrecer y obtener con sus lectores. Dentro de este marco se puede afirmar que no hay temas vendedores y temas no vendedores sino artículos periodísticos bien hechos y, por tanto, atractivos; y artículos mal hechos, duros como un ladrillo; hay un periodismo hecho para entretener, que es prescindible porque no es indispensable; y otro periodismo que es indispensable porque abre los ojos y mantiene el interés sobre el bien común, de todos.
Documentación
La exigencia primordial, la más urgente y la más constante de cuantas he formulado es: exactitud, exactitud, exactitud. Un diario debe ser escrupulosamente exacto, claro, tiene que evitar todo lo que sea sensual o sugestivo, todo lo que sea capaz de ofender el buen gusto o de rebajar el tono moral de sus lectores, pero dentro de esos límites el diario tiene la obligación de publicar noticias. Al hablar de buen gusto y de tono moral, no quiero significar esa clase de buen gusto que se escandaliza por cualquier alusión a las cosas desagradables de la vida, ni esa clase de moralidad que se niega a reconocer la existencia de la inmoralidad – ese tipo de moral hipócrita que ha frenado más el progreso de la humanidad que todos los inmorales- sino esa clase de buen gusto que exigen aunar la franqueza y la decencia, esa clase de tono moral que se esfuerza y no se relaja cuando se lo enfrenta con el vicio. Algunos quieren hacer creer y lo consiguen, que un idairo no debe dedicar espacio a versiones extensas e impresionantes de homicidios, accidentes, incendios, linchamientos, corrupción política, peculados, fraudes, sobornos, divorcios o lo que usted quiera, Pero le aseguro que se equivocan y creo que, si reflexionaran, lo comprenderían. Somos una democracia y sólo existen un medio para sostener en pie una democracia en cuanto a su conducta individual, social, municipal, estadual y nacional, y es mantener al público informado de lo que sucede. No hay delito, trampa, engaño ni corrupción que no sobreviva en el secreto. Pongamos esas cosas al descubierto, describámoslas, ataquémoslas, ridiculicémoslas en los diarios y tarde o temprano la opinión pública se encargará de barrerlas. Josep Pulitzer. Citado en Arte y sentido del periodismo, por Edmond, Coblentz. Troquel, Buenos Aires, 1966. Pp 24, 25.