¿Cómo manejar las fuentes en bien de la credibilidad? Hay una relación entre fuentes y credibilidad. Cuando las fuentes ofrecen una información exacta y la entregan desinteresadamente, contribuyen a la construcción de una credibilidad sólida. Por el contrario, erosionan y debilitan la credibilidad del periodista y del medio cuando su información es inexacta o poco rigurosa y, sobre todo, cuando es una información sesgada por los intereses de la fuente. Como se ve, es indispensable para el periodista seleccionar la fuente, de acuerdo con estos criterios:
a) El de su idoneidad. Una fuente debe tener un conocimiento claro y completo sobre los temas de la información. Ese conocimiento debe ser medido severamente por el periodista, de modo que si sus respuestas no aportan, o son a todas luces inexactas o erróneas, no deben difundirse. Y cuando se trata de información controvertible, debe ser confrontada con otra fuente de igual o mayor autoridad.
b) El otro criterio es el de la independencia de la fuente. No basta, en efecto, que la fuente conozca el tema de la información; debe, además, ser y parecer independiente. Cualquiera relación de los intereses de la fuente con el tema, puede ser visto por los lectores como condicionamiento de sus respuestas y las hace poco fiables.. A mayor independencia, más fiabilidad de la fuente y más só0lida credibilidad para el periodista y el medio.
Documentación:
Es inevitable que el periodista tenga una posición sobre el tema que va a escribir. Pero un buen periodista primero enfoca su trabajo a probar con hechos que su intuición inicial puede estar errada. Es la única forma de combatir los sesgos naturales que tiene todo reportero. Para ello hay que identificar los propios prejuicios sobre el tema. A raíz de la condena de dos mujeres campesinas por abortar, la periodista le propuso a su jefe escribir un reportaje sobre el tema. Como estaba indignada, concentró todos sus esfuerzos en probar que si la ley se aplicaba a todas las mujeres que abortaban en Colombia, el sistema carcelario tendría que multiplicar por cinco su capacidad. Entrevistó a directores de clínicas de aborto, a sociólogos, a abogados. Al día siguiente llegó orgullosa de su artículo a la sala de redacción. Su jefe, sin embargo, estaba furioso. ¿Por qué? Porque la periodista había olvidado entrevistar a todas aquellas fuentes que no estaban de acuerdo con ella: el legislador que penalizó el aborto, el juez que las condenó, la Iglesia que defiende la penalización. Ella hizo activismo femenino pero no periodismo. En el afán de reforzar su prejuicio, se olvidó de intentar desvirtuarlo, lo que hubiera garantizado un tratamiento justo. Si se está escribiendo un artículo negativo sobre alguien, se tiene la obligación de hacérselo saber antes de publicarlo. Si el implicado ofrece su versión de los hechos, la historia será más justa. Si no lo hace, es necesario precisar en el artículo que la fuente se abstuvo de dar declaraciones a pesar de haber sido consultada. Semana: Cómo hacer periodismo. Aguilar, Bogotá, 2002, pp 50,51
Consultorio Ético de la Fundación Gabo
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