En la redacción de mi noticiero se ha venido discutiendo sobre la emisión de noticias que muestran crudamente la pobreza, el hambre o el desempleo. Nuestro noticiero va al aire a la hora en que los televidentes están cenando o descansando después del trabajo del día. A ellos hay que darles noticias amables, dicen algunos colegas. Otros creen que si nosotros no contamos eso, no habrá quién lo cuente y los hambrientos y desempleados no tendrán quién se preocupe por ellos. ¿A quién le creo?
Un noticiero, lo mismo que un periódico, está hecho para escuchar y darles voz a las personas y a la sociedad. Especialmente cuando su voz es un pedido de ayuda. En este momento el medio de comunicación asume la función que le corresponde: ser voz de la sociedad.
Esa voz la necesitan los gobernantes, que de otra manera no sabrían lo que les sucede a los más débiles, ni tendrían conocimiento de lo que pasa entre sus gobernados. No hay que olvidar que, antes que los periodistas, fueron los juglares los que establecieron esa comunicación entre gobernantes y gobernados. Ellos contaban las historias y hazañas de los reyes, pero al mismo tiempo llevaban a los oídos del rey las preocupaciones, pedidos y críticas del pueblo.
La cuestión es cómo hacer esa comunicación para que sea efectiva, es decir, para que todo no termine en el lamento y la denuncia, sino que la noticia cree una realidad nueva, de ayuda a los necesitados, de conciencia crítica sobre la política social del gobierno. El solo dato lacerante, a veces repugnante, no basta. La información debe movilizar, promover una nueva mirada y una acción transformadora de la realidad.
Documentación.
Hay que comentar la rápida difusión de la información que también puede contribuir a la protección y a la seguridad. Consideremos, por ejemplo, la hambruna de 1958 a 1961 en China, en la que murieron entre 23 y 30 millones de personas. A pesar de que el gobierno chino estaba muy comprometido con la eliminación del hambre, no corrigió de manera sustancial sus desastrosas políticas durante los tres años de la hambruna. Esto pudo suceder debido a la ausencia de oposición política y a la carencia de una crítica independiente de los medios, pero el mismo gobierno chino no vio la necesidad de cambiar sus políticas, en parte porque no tenía información sobre la medida en que había fracasado su política de El gran Salto Adelante. Debido a la falta de una prensa no censurada y de otros medios de
Amartya Sen.
Premio Nobel de economía 1998, en Conferencia Mundial del Instituto Internacional de Prensa , en Nueva Delhi, India.