¿Un periodista puede ser neutral? ¿O más bien, debe ser comprometido?
¿O neutral y comprometido? De la última clase de ética salimos confundidos aunque teníamos interés en elementos de juicio para juzgar la confusa situación preelectoral de guerra sucia en las informaciones.
Respuesta: La neutralidad le impone al periodista una posición distante respecto de grupos y partidos. Esa distancia permite el examen crítico de las opiniones y la posibilidad de ofrecer a los lectores una información inteligente, desapasionada y creíble. El compromiso parece contradecir lo anterior porque le exige al periodista una información con una clara intención y una definida opción. Según el pensamiento de Ryszard Kapuscinski: “toda información debe ser intencional”. Intencionalidad que se da a veces de modo calculado, y en otras, de modo inconsciente. En cualquier caso la información comprometida vale por su contribución al bien común. Se puede decir, por tanto, que el del bien de todos es el partido al que le debe apuntar el periodista. A partir de allí el periodista se vuelve militante y comprometido con todo lo que beneficia al bien común. Ese es el partido que lo compromete en causas como la defensa de los derechos humanos, o en la defensa de las víctimas, o en la causa de la libertad. Por eso entre las opciones que propone el autor de la consulta, la que más se acerca a lo ideal es la de neutral y comprometido. Neutral para negarle valor de dogma indiscutible a las propuestas de partidos o candidatos, y comprometido con todo lo que signifique servicio al buen común.
Documentación
Un claro sentido de la flexibilidad ante situaciones en las que los actores violentos hablan siempre acompañados de rumores, de armas de grueso calibre, acompañantes en actitudes desafiantes y dispuestas a todo, amenazas abiertas o veladas contra nosotros o algunos de los nuestros. Es claro que los actores violentos no siempre se encuentran por fuera del Estado y que también aquellos que están dentro del Estado pretenden sin más que, o bien nos pleguemos con ellos o bien en contra de sus oponentes. Así la flexibilidad significa que la neutralidad no es ni una frontera rígida, ni un punto único, y que antes bien, tanto tomar distancias con respecto a la exigencia de extremismos, el que no está conmigo está contra mí, como que permite aprovechar el tiempo y el espacio a favor del rechazo a las reacciones violentas de cualquier tipo y con cualquier justificación. La fuerza de la flexibilidad estar claramente, es la capacidad para anticiparse a los eventos de la guerra. En cualquier caso es fundamental subrayar que la neutralidad es una acción colectiva que evita cualquier recurso sistemático a la violencia y, más puntualmente dicho, que el recusa toda justificación del militarismo, el guerrerismo y la violencia. Carlos Eduardo Maldonado, ¿Es posible la neutralidad? En Bioética y conflicto armado. Ediciones El Bosque, Bogotá, 2002. P 38, 39.