Cuando se acercan las elecciones sabemos que se repetirán estos hechos: las órdenes de entrevistar a los amigos de la casa; la certeza de que si entrevistamos a los del otro lado, esas entrevistas no saldrán; y la conciencia de que ciertas historias se callarán porque perjudican a los candidatos amigos y otras se inflarán si dañan a los del otro lado. ¿Qué puede hacerse para mantener una línea periodística decente? Las formas concretas de actuar en el período preelectoral son creaciones de cada uno como respuesta a situaciones determinadas. Esas formas se adoptan cuando para el periodista es indudable que:
El periodista está para ayudarle al elector, a cualquier elector, a tomar una decisión en plena libertad mediante el conocimiento de los candidatos, de sus programas y del contexto en que desempeñarán su cargo. Solo el conocimiento completo que da el periodista, le garantiza al votante que no será manipulado y que su decisión es libre. Este deber de informar como condición para elegir en libertad, se hace más urgente cuando se piensa que no puede ser una decisión simplemente individual. El voto afecta el interés de todos, por tanto se deposita en nombre de todos. Es un acto con repercusiones públicas. El periodista, al informar para que sea posible un voto en libertad, acentúa su condición de servidor público. Esto descarta la posibilidad de que ejerza su profesión al servicio de intereses privados. Si la aspiración de un periodista y de un medio es que su información sea útil para toda la ciudadanía, sea del partido que sea, cuanto se publique en este período ha de tener esa calidad, por tanto ha de ser una información de alcance universal.
Documentación
Creo que el deber de los periodistas va más allá del esfuerzo por informar y por dilucidar los hechos. Aunque creo que la siguiente exigencia que la humanidad debe hacerle al periodismo es que el periodismo se debe menos a la verdad de los protagonistas de los hechos que a los intereses de la humanidad. Es la perspectiva humana, no facciosa, lo que le puede dar su sentido no solo como instrumento informador sino como instrumento civilizador. Creo que el periodismo, por su altísima influencia, por su presencia cotidiana ante las comunidades, por su capacidad de formar criterios y despertar opiniones tiene la posibilidad de influir de un modo mucho mayor en el discurrir de las naciones. Y es allí donde esa condición de extrema modernidad gana sentido.
Al periodismo le compete un papel de primera magnitud en el proceso de modernización de las sociedades. La más urgente de las tareas de la sociedad colombiana es la de superar su ficción de modernidad. Esa modernidad de autos, computadoras, electrodomésticos, supermercados, entretenimiento y moda, y acceder a la verdadera modernidad que es la de las ideas.
La guerra que vivimos se presenta como una típica guerra medieval, intolerante e inhumana, librada con sofisticados arsenales del siglo XXI. Pero es que la mentalidad de nuestra sociedad es una mentalidad arcaica, donde todavía los únicos signos de la preeminencia son las riquezas, la capacidad de excluir a los demás. Los protagonistas de las noticias son en su mayoría los que protagonizan procesos de rivalidad y de competencia que embriagan o conmocionan a las multitudes. Es muy grave que gran parte de la información se debe a aquellos que utilizan la violencia, la extorsión, el chantaje, la masacre, los estrategas militares, los protagonistas de casos de corrupción y los políticos solo en la medida en que intriguen y manipulen.
Me atrevo a decir que uno de nuestros males como sociedad es que nos hemos acostumbrado a las noticias embriagantes, a las noticias excitantes.
El mal está en la sociedad toda, pero hay una suerte de colaboración entre quienes esperan las noticias, entre quienes las protagonizan y quienes las transmiten.
William Ospina en Otros desafíos para el periodismo. Boletin 185 de Medios para la Paz, 29-07-2000.
Consultorio Ético de la Fundación Gabo
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