Una oyente nos escribió, muy molesta, porque en nuestras palabras nos referimos a los niños y las niñas. Ella dice que esto no es correcto.
Respuesta: Es correcto pero incomoda. Desde la Real Academia Española se han escuchado voces que abogan por un lenguaje sencillo y sin las cargas que arrojan las distintas campañas. Es cierto que para responder a una tradición cultural que inferioriza e invisibiliza a la mujer, se la quiere hacer ver presente en el lenguaje. Entre el extremo de quienes la ignoran y su opuesto que recarga el discurso de masculinos y femeninos, la academia de la lengua propone la línea intermedia de las palabras que dan a entender los dos géneros, cuando ello es posible: estudiantes, equivale a niñas y a niños que estudian; lo mismo sucede con artistas, cantantes, deportistas, periodistas, profesionales, docentes, etc. El cuidado del periodista para usar un lenguaje comprensible, fluido y respetuoso con el lector se extiende a la redacción desprovista de giros y expresiones inútiles. Esto hace parte de una calidad de la escritura del periodista conocida como comunicabilidad. Uno de los mandatos de la comunicabilidad es que los lectores puedan llegar con facilidad a los contenidos de la comunicación sin obstáculos como el uso del lenguaje especializado, o de citas profusas, salvo que agreguen o den peso moral al texto. A este cuidado se agrega las técnicas de redacción claras y comprensibles que excluyen el texto pesado y monótono que aleja lectores. Es allí donde el criterio de incluir el género femenino contra la costumbre y a toda costa se vuelve un obstáculo para la comunicabilidad, que hace necesaria la aplicación de una redacción alternativa.
Documentación
El propósito al redactar cualquier noticia es comunicar hechos o ideas a un público heterogéneo. Por tanto el estilo de redacción debe ser claro, conciso, fluido y fácilmente comprensible a fin de captar el interés del lector. Los periodistas han de escribir al estilo de los periodistas no con el estilo de los políticos, los economistas o los abogados. Los periodistas tienen la obligación de comunicar y hacer accesible al público en general la información técnica o especializada. La presencia de palabras eruditas no explicadas refleja la incapacidad del redactor para comprender y transmitir una realidad compleja. El uso de tecnicismos no muestra necesariamente unos vastos conocimientos sino, en muchos casos, una tremenda ignorancia. Manual de Estilo de El País, Madrid, a 2.1 y 2.2 La Nación no admite discriminación alguna por raones de raza, religión, nacionalidad, nivel cultural o posición social. Esa valoración igualitaria de la dignidad personal se refleja en primer lugar en el uso del castellano que en sus textos es llano, directo y correcto, inteligible para todos. Principios éticos del diario La Nación, de Buenos Aires. Todos los textos deben ser claros, coherentes, interesantes, precisos, fluidos y sencillos. La norma de una idea por frase y de un verbo activo por frase, sin incisos que puedan confundir, mantiene un estilo limpio y claro. Las palabras empleadas deberán ser comunes, pero no vulgares. Para facilitar la comprensión se usarán vocablos de primer grado como muerte, en lugar de deceso. El periodista deberá estar siempre en guardia contra todo término raro, poco usual, arcaico y de difícil comprensión. Manual de Redacción de El Tiempo de Bogotá, A 3.01.04. 3.01.06. 3.01.07