Gran malestar se produjo hace un par de semanas al conocerse que la forma en que Facebook muestra a sus usuarios las noticias publicadas por medios de comunicación no está determinada por un algoritmo, sino por seres humanos que deciden a qué contenido darle mayor relevancia.
La revelación se produjo cuando el diario británico The Guardian publicó unos lineamientos para la curación de contenido para empleados de Facebook. De acuerdo a Sam Thielman, corresponsal del Guardian en Nueva York, la divulgación de estas directrices respalda las críticas de quienes argumentan que Facebook ha tomado decisiones editoriales discriminatorias contra los medios de derecha, pues la mayoría de las fuentes primarias de Facebook pueden ser calificadas como liberales.
“Estas directrices demuestran que tenemos una serie de controles y equilibrios para ayudar a sacar a la superficie las historias más importantes, independientemente de caer en el espectro ideológico,” dijo en su defensa Justin Osofsky, vicepresidente de operaciones globales de Facebook.
Ese malestar es apenas una muestra de la preocupación que ha venido en aumento respecto al poder que la red social más popular del mundo está adquiriendo como distribuidor de noticias. Algunos medios incluso se han aliado con Facebook para publicar sus contenidos en formato de Instant Articles, es decir, nativamente en la red social, sin obligar a los lectores a visitar los portales de los medios de noticias para consumir la pieza periodística en su totalidad.
Matthew Carrol, uno de los periodistas del Boston Globe que en 2002 destapó el escándalo de sacerdotes pederastas y ahora trabaja como profesor del Media Lab en el MIT, se preguntaba recientemente si sencillamente debemos aceptar que Facebook es el nuevo paper boy (el niño que a diario arroja desde su bicicleta los periódicos frente a las puertas de los suburbios norteamericanos).
“Lo importante aquí es que las salas de redacción están perdiendo el control sobre cómo se distribuyen las noticias. Esto es un cambio histórico. Las plataformas sociales están tomando cada vez más relevancia en la distribución, en el sentido de que las personas obtienen la información sin salir de las redes sociales, en lugar de visitar los sitios web de los productores de noticias”, señala Carrol, añadiendo que esto está sucediendo muy rápido, y cita un estudio del año pasado que encontró que casi dos tercios de los usuarios de Facebook leen noticias en la red social, un gran salto si lo comparamos con dos años antes, cuando menos de la mitad lo hacía.
Sin embargo no todo ha sido color de rosa para Facebook al incursionar en el mercado de la información en tiempo real. Apenas la semana pasada anunció que cerraría Notify, su aplicación de alertas noticiosas con la que pretendía terminar de aplastar su competidor Twitter como distribuidor de información de última hora.
Por su parte Farjan Manjoo, editor de tecnología de The New York Times, planteó en una de sus más recientes columnas que Estados Unidos debería empezar a ver a Facebook como una empresa de noticias, y que le aplicaran por lo tanto regulaciones similares a las que pesan sobre gigantes como Fox, NBC o CBS. La propuesta de Manjoo surge luego de que se rumorara que los empleados de Facebook le habían pedido a Mark Zuckerberg que hiciera algo para evitar que Donald Trump se convirtiera en presidente en el año 2017.
“Incluso si usted cree que Facebook no está jugando con las tendencias activamente o tratando de influir en unas elecciones, estos informes sirven como recordatorios oportunos de los cada vez mayores peligros potenciales permitir que Facebook sea una bodega de noticias”, argumenta Manjoo, aclarando que “la cuestión no es si Facebook tiene un poder enorme para dar forma al mundo, porque de hecho ha demostrado que lo tiene, y si quisiera podría influir en unas elecciones, favorecer ciertas políticas, o simplemente hacer que la gente se sienta de cierta manera”.
Lo cierto es que gracias a la combinación entre redes sociales y teléfonos móviles los seres humanos consumimos hoy más noticias que nunca. “Las redes sociales no solo amplían el campo de la influencia en el que se desarrolla una polémica, sino que rompen el estrecho esquema de la comunicación a través del periódico. En las redes sociales el receptor es también emisor, con capacidad de respuesta e interactividad, lo que convierte la polémica libre, en un medio para buscar la verdad, contrastar opiniones y rechazar errores. Es, pues, instrumento de búsqueda colectiva de la verdad sin las limitaciones de los medios clásicos de comunicación”, señala el maestro Javier Darío Restrepo en respuesta a un periodista ecuatoriano a través del Consultorio Ético de la FNPI.
Esto representa una gran oportunidad para dar a conocer las historias que los periodistas escriben a una mayor audiencia, estableciendo una relación en doble vía con ella. Pero lo que está pasando con Facebook puede servir también como advertencia sobre los riesgos de confiarle demasiado poder a una sola institución en la delicada tarea de llevarle la información a nuestros lectores.