Un fuerte impacto ha generado en el gremio periodístico la columna escrita por Farhad Manjoo en The New York Times, donde propone a los periodistas abandonar Twitter.
En el texto titulado ‘Never Tweet’ (Periodista, es momento de dejar Twitter, el título con el que se tradujo al español), el columnista de opinión califica a Twitter como “la red social más dañina del mundo”. ¿Por qué lo hace? Según argumenta Manjoo, periodista especializado en temas de tecnología, Twitter “sumerge cada vez más a los periodistas en el melodrama tribal, lo cual hace cortocircuito con nuestros mejores instintos y favorece el pensamiento de grupo basado en los bots y las masas”.
Por supuesto, Manjoo admite que para un periodista hoy en día sería imposible desconectarse por completo de esta red social donde primero se suelen dar a conocer las noticias. Pero hace una invitación a tuitear menos e investigar más.
“Twitter no solo arruina la imagen de los medios. También sesga nuestro periodismo. Todos los elementos de la interfaz de Twitter fomentan una mentalidad que se opone a la indagación periodística: favorece la forma por encima del contenido y los argumentos baratos por encima del debate razonado mientras reduce el alcance temporal de la prensa”, es el principal argumento de Manjoo para invitar a sus colegas a dejar poco a poco a Twitter.
La columna ha tenido un alcance inusitado. Tal vez el ejemplo más evidente es el memorando que los editores de la revista Insider enviaron a todos los miembros de su redacción prohibiéndoles usar Twitter durante toda una semana.
Insider isn't letting (almost) its entire staff tweet or look at Twitter during work hours next week pic.twitter.com/q8QwmeCNLt
— Max Tani (@maxwelltani) 24 de enero de 2019
Las tres reglas básicas del experimento fueron:
• No podrán tener Twitter abierto en sus computadores o teléfonos durante horas laborales. ¡Estaremos vigilándolos!
• No podrán proponer o escribir historias bastadas simplemente en algo que alguien dijo en Twitter.
• Estará prohibido tuitear durante horas laborales.
El problema señalado en la columna Manjoo y el experimento de Insider evidencian que en el fondo, el periodismo padece una enfermedad que se ha agudizado por culpa de Twitter: la declaracionitis. Esta enfermedad había sido ya advertida hace años por el maestro de la FNPI Miguel Ángel Bastenier en sus talleres y en su libro Cómo se escribe un periódico.
Aunque era un tuitero excepcional, Bastenier apuntaba a que la declaracionitis se había convertido en “la única forma de llenar los diarios, conduciéndonos irremisiblemente a las grandes fuentes locuaces de nuestro tiempo: los funcionarios, los integrantes de la cosa pública, a los que parece que les paguen solo por hablar”.
Con él coincide el maestro Javier Darío Restrepo, quien en respuesta en nuestro Consultorio Ético a un periodista colombiano preocupado por la excesiva relevancia que los medios le dan a las declaraciones de los políticos en Twitter, afirma "hay, pues, la noticia que hace hablar, que alimenta y responde a la curiosidad; la que es solo entretenimiento, vecina del chisme y del rumor; y la noticia que crea conciencia sobre lo público y que contribuye al cambio de la sociedad. Esta sirve al ideal ético de búsqueda de la excelencia periodística y nada tiene que ver con la noticia mercancía que solo entretiene".
Es cierto, dedicarnos a hacer noticias a partir solamente de una declaración publicada por un político en Twitter nos lleva inevitablemente a hacer un periodismo descontextualizado, de afán y que terminará favoreciendo solo a la amplificación de aquellos que publiquen mensajes más incendiarios.
¿Qué tal si todos nos apuntamos a hacer el ayuno de Twitter que se propuso la redacción de Insider, a ver si en realidad nos ayuda a hacer un mejor periodismo?