Consultorio Ético de la Fundación Gabo
22 de Septiembre de 2016

Consultorio Ético de la Fundación Gabo

¿Qué se puede hacer en un directorio de periódico si los demás miembros no desean contar con un código de ética, con el argumento de que atenta contra la libertad de expresión? Su pregunta contiene dos temas de importancia para cuantos consultan este espacio:
Un código ético sólo se puede adoptar por una libre decisión personal. Al fin y al cabo los códigos de ética se fundan en valores necesarios para la dignificación de las personas y de las instituciones y su aceptación es el resultado de un ejercicio de la libertad. Por tanto, no se le puede imponer a persona alguna ni, obviamente, a su directorio.
Puesto que lo ético sólo puede ser objeto de una decisión libre, mal podría ser un obstáculo para el ejercicio de la libertad. Por el contrario, la garantiza.
Cuando lo ético se confunde con lo legal -por ignorancia, o por distorsión del concepto de lo ético- aparece una contradicción con la libertad, que desaparece al precisarse el concepto de lo ético.
Esta precisión es tanto más necesaria en un medio de comunicación en el que la libertad de expresión e información es un pilar fundamental. En efecto, los fundamentos de la libertad de prensa, más que legales, son éticos. Mirada desde el punto de vista de la ley, la libertad de prensa es una garantía, un instrumento, del que las constituciones dotan a los medios, para que puedan cumplir su tarea de informar y expresarse con libertad pero una libertad ejercida sin ética corresponde a una formalidad vacía. Lo ético, por eso, siempre ha sido mirado como el alma de lo legal, y como el espíritu de la libertad.

Documentación.

¿Por qué es tan necesaria la ética en la vida pública?
Conviene recordar en principio que las organizaciones e instituciones de la vida pública no pueden comportarse, aunque lo quieran, de forma amoral, no pueden situarse más allá del bien y del mal morales, como si estas cuestiones no fueran con ellas, sino que se comportan necesariamente de forma moralmente adecuada o inadecuada, están altas de moral o desmoralizadas. Y les conviene optar por estar altas de moral no sólo porque actuar con justicia al servicio de los ciudadanos es la única meta que da sentido y legitimidad a su existencia sino porque les conviene.
En tiempos de economía globalizada la apuesta por la ética hace a las organizaciones e instituciones públicas, no sólo legítimas, sino también viables. De ahí que quien apuesta por la moralidad responda, no solo a un imperativo ético de la humanidad, sino también a un imperativo pragmático de supervivencia, la ética es necesaria en las organizaciones, no sólo para vivir bien, sino incluso para sobrevivir.

Adela Cortina
En Etica Pública y Sociedad. Taurus, Buenos Aires, 1998.

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