Consultorio Ético de la Fundación Gabo
22 de Septiembre de 2016

Consultorio Ético de la Fundación Gabo

Desde un noticiero radial un periodista se ha dedicado a difundir información calumniosa contra los dirigentes de una asociación sindical. A las calumnias se agregó, en los últimos días, una amenaza anónima, concebida en los mismos términos de la información radial.
Sin embargo, cualquier reacción defensiva, previsiblemente será tratada como un ataque a la libertad de prensa y pondría en peligro físico a los directivos sindicales acusados. ¿Debe esto tratarse como un problema ético o como un delito? Su duda es explicable, no se trata de un caso ético sino de una agresión desde la radio, que podría configurar un delito. Si los miembros de la asociación reúnen las pruebas correspondientes (grabaciones de las emisiones en que se les acusa, y demostración de la falsedad de las acusaciones) los abogados de la Asociación, o de la Defensoría del Pueblo pueden introducir una demanda penal contra el periodista y, eventualmente, contra la emisora. Al fin y al cabo son unos derechos constitucionales (C.N. a 20 y 21) los que se están violando en esas emisiones, si se ha de dar fe a quienes suscriben la carta.
Por otra parte es el gremio periodístico el que resulta lesionado con esta clase de actuaciones arbitrarias e injustas por consiguiente sería aconsejable acudir a otros medios de comunicación para que se informe profesionalmente sobre el tema. Desde esos medios se podría investigar, o inducir una investigación, sobre la " coincidencia" entre el tema de las emisiones y la amenaza. Todo parece conducir hacia una campaña de interés personal del periodista, mediante el uso delictivo del medio de comunicación.
La queja podría dirigirse al Procurador Delegado para los Derechos Humanos y a la Defensoría del Pueblo que son las instancias válidas en las que el ciudadano debe encontrar protección eficaz contra esta clase de agresiones. Esa actuación redundará en beneficio de la prensa local porque nada que erosione tan gravemente la credibilidad de la prensa que la actuación abusiva a injusta de un periodista.
Finalmente es una oportunidad para que la ciudadanía entienda que la libertad de prensa no puede convertirse en patente de corso para violar los derechos de las personas.

Documentación.

Los medios tenemos entre la gente una alta credibilidad. Pero no podemos estar completamente seguros de que ello vaya a ser así, siempre es necesario hacer una autocrítica sobre el papel de los medios, haciendo la salvedad de que, entre la explosipón de la libertad de expresión y la explosión de medios, hablar hoy en general de los medios es un error porque, como en toda actividad donde hay muchos componentes, tenemos elementos malos y buenos, sanos y enfermos.
Hecha esta salvedad, son preocupantes algunas tendencias, como, por ejemplo, que en los últimos tiempos la búsqueda de impacto se haya trnasformado en algo más importante que la búsqueda de la verdad, que el espectáculo reemplace la investigación. También es preocupante el avance del " periodismo de indignación" , aquél que aporta preguntas pero no respuestas que editorialzia con frases tipo �qué barbaridad! Sobre el periodismo de investigación. O que en televisión se exitendan esos comportamientos tipo manada, donde todos opinan lo mismo, preguntan lo mismo y donde a veces es imposible identificar qué es lo que están preguntando.
Igual que en toda actividad, entre nosotros hay periodistas buenos y malos, honestos y deshonestos. Lo importante es poder discutir francamente estos temas. Nuestro deber consiste en aislar a los elementos indeseables y debatir a la luz del día estos problemas. Así como en la opinión pública ya se instaló la idea de que los jueces, los políticos, la policía son corruptos, los periodistas corremos el riesgo de que se instale la idea de que somos corruptos, de que se nos mida con esa misma vara. De suceder esto, aquel alto grado de credibilidad en el arranque, podría bajar abrúptamente en los prómximos años.
En los medios enfrentamos no sólo un problema ético, sino hasta estético. El mal gusto que se ha apoderado de la televisión, la liviandad con que se tratan temas importantes deben preocuparnos como profesionales que gozamos de una alta credibilidad en la opinión pública, precísamente para que podamos mantenerla. Porque algunos no sólo se conforman con mostrar la realidad sino que además se están encargando de dramatizarla, de hacerla más dura a los ojos del público, son una especie de showmen de la información que en algunos casos buscan impacto en otros, réditos polítivcos o, peor aún, económicos y que posan ante la opinión pública como periodistas.

Néstor Scibona
En Jornadas sobre Periodismo y Etica de La Nación. Editora Espasa. Buenos Aires. 1997.

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