¿Qué exige la ética periodística cuando en casos de secuestro se está ante la disyuntiva de publicar o de guardar la información para no poner en riesgo la vida de la persona plagiada? La práctica del periodismo ha enseñado que la noticia nunca debe hacer daño y que, en consecuencia, no hay noticia, por importante que sea, que se pueda cambiar por la libertad o la vida de un ser humano.
Son conocidos los casos en que noticias importantes han sido silenciadas porque su difusión habría puesto en peligro a alguien. Las cadenas de televisión de Estados Unidos callaron cuando supieron que en un avión secuestrado por un comando palestino, estaba, como rehén, un alto funcionario del gobierno estadinense ese mismo silencio protector se había mantenido durante el secuestro de la embajada estadinense en Teherán a propósito de la información sobre otros diplomáticos estadinenses refugiados en otras embajadas de la capital iraní.
La equivocación que a veces se da, en esta materia, resulta de la convicción de que el periodista trabaja, como cualquier asalariado, para su empresa. La escala de prioridades del periodista no es la de cualquier trabajador, porque su verdadero patrón es la sociedad a la que él informa, la empresa no es su máxima prioridad por eso cuando una noticia le hace daño a las personas, aunque eventualmente le traiga ganancias al medio, su deber es silenciarla.
Documentación.
En casos de secuestro, por ejemplo, es común pedir a los medios informativos que demoren sus noticias de modo que los secuestradores crean que las autoridades no tienen noticias del caso. Las autoridades piensan que si la publicidad se retrasa, tendrán una oportunidad mejor de garantizar un rescate seguro.
Durante el secuestro de Patty Hearst en 1974, se hizo esta solicitud a los medios en el área de san Francisco. Todos accedieron a retener la noticia por doce horas y media, excepto el Tribune de Oakland, cuyo director insistió en imprimir la noticia.
Cuando el comité de criterios profesionales de la APME, la Asociación de Editores, consultó a 392 editores si estaban de acuerdo con los medios del área de San Francisco, 260 lo aprobaron, 40 se negaron a aceptarlo y 28 no estaban seguros. La Associated Press fue una de las organizaciones que retuvo la noticia y esto originó la protesta de uno de sus miembros más prominentes. Pero a esta crítica siguió la réplica del presidente de la Asociación. Boccardi estuvo de acuerdo con la decisión: " era la decisión ética y responsable que debía tomarse. Correr a publicar la noticia en una ostentación de primera página que habría expuesto una vida, hubiera sido, en mi concepto, algo muy poco responsable de nuestra parte."
La compasión no se apaga o se enciende con un interruptor, pero si la estimulamos más insistentemente en el momento del hallazgo de la noticia y cuando decidimos cómo reportarla, con seguridad podríamos mejorar la percepción pública de la empresa periodística. Podría incluso mejorar la percepción del periodismo por los propios periodistas, muchos de los cuales se muestran muy cínicos cuando apenas comienzan. El folclor del negocio de las noticias es básicamente el de los tipos duros. Cualquier sentimiento de simpatía o de ternura se expresan mejor fuera del oficio.
Tal vez es hora de que el trabajo de noticias comience a hacerle honor a la compasión y de dejar de rendirle pleitesía al cinismo.
Eugene Goodwin
En Por un periodismo Independiente. Tercer Mundo. Bogotá, 1994.