En nuestra localidad de 2500 habitantes, la autoridad comunal realizó un viaje por invitación de una empresa inversionista en un casino. Solicito información sobre este tipo de situaciones. Todo cuanto puede ofrecerle este consultorio al respecto, es una consideración sobre el mismo caso pero referida a periodistas a quienes una fuente de información gobierno, políticos, empresas, negociantes, etc.- invitan a viajes con gastos pagos. Las normas éticas sea en los códigos o en los manuales de estilo- coinciden en el rechazo rotundo de esas invitaciones, porque constituyen una forma de soborno que restringe la independencia del periodista. Una experiencia elemental certifica que esas invitaciones no son gratuitas y que siempre traen consigo una exigencia de reciprocidad.. La norma periodística sobre esta materia tiende a ser tajante y sin concesiones, como si se tratara de resolver el problema de raíz.
Agencias de relaciones públicas, empresas de publicidad, al servicio de empresas, de políticos o de gobiernos, utilizan esos ofrecimientos como formas de presión para condicionar al periodista. Puesto que esta es una práctica corriente para ganar la voluntad de los periodistas, las normas han sido escritas de modo terminante porque está de por medio un bien fundamental, la independencia del periodista. Con ella se logra un ambiente propicio para un periodismo de calidad. Sin ella el periodismo será, inevitablemente, malo o mediocre.
Documentación.
La aceptación de pasajes de avión recuerda bastante aquellos días en que el anunciante del circo pasaba por las redacciones regalando entradas. El anunciante esperaba, por supuesto, que se estimularía una publicidad gratuita, y con frecuencia sucedió así. Pero la práctica dejó mal sabor y es por eso que su aceptación se desaprueba hoy cuando Perri Foster Pegg trabajaba como editora de negocios de Trenton Times escribió una columna en que relató el ofrecimiento de un pase para asistir a un concierto desde una cabina privada en el coliseo totalmente colmado. A pesar de sus deseos de asistir, lo rechazó porque le fue ofrecido por el vicepresidente de relaciones públicas de la Prudencial Insurance Company. Según ella en la cabina estaría con otros reporteros y unos pocos funcionarios de la compañía. Al rechazar la invitación, el hombre de la compañía le dijo que podía retirar los us$ 12.50 del precio de la boleta para entregarlos a una institución de caridad. Pero ese no era el punto, Se trataba de un privilegio y no importaba el precio, escribió Pegg.
De los códigos de ética de organizaciones periodísticas nacionales, únicamente la Asociación de Directores de Noticias de Televisión (RTNDA) no se refiere a los regalos. Todas las demás los fustigan fuertemente. "Los periódicos no deberían aceptar nada de valor de las fuentes de noticias u otros fuera de la profesión," declara la Asociación de Editores de la Associated Press (APME).
Eugene Goodwin.
Por un Periodismo Independiente. Tercer Mundo. Bogotá. 1994, Páginas 126, 127 y 141.