¿Cómo deben cubrir los periodistas los conflictos internacionales?
22 de Septiembre de 2016

¿Cómo deben cubrir los periodistas los conflictos internacionales?

Foto: Pixabay.com

En el conflicto que superaron Ecuador y Colombia los medios y periodistas de cada país orientaron sus discursos en la misma dirección de los mandatarios respectivos. No hubo el punto medio aristotélico. ¿Hubo algo reñido con la ética en ese comportamiento? Quiero recordar inicialmente que la ética es un deber ser de las personas y de su ejercicio profesional. No es un reglamento, ni un manual de comportamiento es una voluntad de llegar a un ejercicio personal y profesional de excelencia.

Desde este punto de vista el comportamiento mencionado no es de excelencia. En efecto: la independencia aparece como un ideal para la actividad del periodista. Si se la aplica en situaciones como esta, le señala al reportero la necesidad de mantener distancia respecto del poder, cualquiera que él sea, y de estar cercano al lector y, a través de él, a toda la sociedad.. Se trata de comunicarle a esta sociedad un conocimiento suficiente para participar y decidir en libertad.

Ese conocimiento tropieza con obstáculos graves en situaciones como esta, porque aparece una fuerte tendencia hacia los nacionalismos hirsutos que son los que inspiran la idea de "con mi patria, con razón o sin ella," Que inspira todas las heterofobias y xenofobias. Esta clase de nacionalismo impone una mirada heterofóbica de los hechos, desde el sentimiento y no desde la inteligencia propicia reacciones emotivas e irracionales, que son las que se descubren en el fondo de las grandes equivocaciones históricas de las sociedades porque velan la visión serena e inteligente de la realidad. Al periodista le corresponde la misión de dar ese conocimiento y, por tanto, es su deber mantener el equilibrio o justo medio entre los polos en conflicto. Desde ese justo medio él puede tener una visión de conjunto, no enturbiada por la pasión, sino iluminada por la voluntad de servir al bien de todos.

Documentación.

La heterofobia, es decir, la desconfianza, el miedo y hasta el odio contra todos los que no pertenecen a nuestro grupo- hunde sus raíces en mecanismos atávicos de socialización, cuando la pertenencia a un grupo implicaba ante todo hostilidad frente a quienes no eran de la tribu, o no esan como los de la tribu deben ser. Lo que en su día fue un impulso útil para las formas primitivas de sociedad humana, hoy se ha convertido en algo que corresponde a primitivismo colectivo dentro de la sociedad moderna, es decir, una enfermedad moral. Lo característico de nuestras sociedades actuales es el reconocimiento de la pluralidad de los grupos y de la autonomía de los individuos. La organización moderna de las sociedades ya no se considera como prolongación institucional de una entidad colectiva "natural" anterior, llámese pueblo, nación o como fuere, sino como la armonización pactada (convencional) de grupos previos que deponen sus antagonismos por la fuerza del derecho y por el derecho de la fuerza y se avienen al útil artificio de formar una unidad superior."
Fernando Savater.
Diccionario Filosófico.
Planeta, Bogotá 2000. pp 166, 167.

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