¿Se considera un abuso de la libertad de expresión presentar a personas detenidas ante la prensa sin ser indagadas por la justicia?
22 de Septiembre de 2016

¿Se considera un abuso de la libertad de expresión presentar a personas detenidas ante la prensa sin ser indagadas por la justicia?

Foto: Pixabay.com

La Constitución Política de la República manifiesta que las autoridades de policía no deben presentar a las personas detenidas ante la prensa antes de ser indagadas por autoridad judicial. ¿No es esto una violación de la presunción de inocencia que se le debe a los detenidos y un abuso de la libertad de expresión? Si la ética es experiencia y no teoría, un docente debe compartir su experiencia y no un discurso. Una persona sin experiencia periodística puede acceder a lo ético como una parte de la filosofía, lo mismo que se enseñan la lógica, la metafísica o la cosmología, por ejemplo. También hay profesores que dictan lecciones sobre deontología médica o del derecho sin experiencia en la medicina o en el derecho, pero siempre estarán en un nivel de inferioridad para su docencia, respecto de quienes abordan el tema desde su experiencia profesional.

La ética es, ante todo, una actitud, o sea una disposición interior de las personas, que se reinventa en cada circunstancia. Obedece a unos valores y principios que son la guía para el acto creativo en que consiste el acto ético. Por eso la teoría siempre se queda corta, desbordada por la originalidad y novedad inagotable de los hechos diarios.

Cuantos han reflexionado sobre esto concluyen que el método más eficaz para crear una sensibilidad y conciencia éticas es la discusión y reflexión sobre dilemas éticos concretos, de los que pueden extraerse las experiencias necesarias para la configuración de una sabiduría ética.

Esa sabiduría es la que inspira y sostiene el compromiso personal con los valores éticos asumidos de modo personal y libre. Quienes hayan asumido ese compromiso son los que mejor pueden comunicar su experiencia.

Documentación.

En cuanto a la ética, la evolución que ha experimentado ha significado al tiempo una subjetivación y una universalización. La célebre frase de Kant, "la ley moral en mi corazón", lo expresa perfectamente: la moral es ley, pero una ley no escrita por nadie, sino inscrita en el corazón de cada individuo. A medida que se seculariza el pensamiento, lo hace también la ley moral que deja de ser heterónoma para ser autónoma. Una autonomía sin embargo, para hacer "lo que se deber hacer", y no para hacer lo que a uno se le antoje.

Tras varias secularizaciones, sólo nos queda la libertad, pero una libertad desorientada y vacilante. Por una parte, somos víctimas de las fuerzas que realmente mueven a las sociedades y que producen una homogenización, una universalización de las costumbres pero que no satisface como meta, porque es consecuencia de la masificación y de la mediocridad que la sociedad de masas trae consigo. Por otro lado, nos damos cuenta de que la única forma de combatir la indiferencia, la única forma de rebelarnos contra ese tout est bien que tanto exasperaba a Voltaire,1 es imponiéndonos unos límites imbatibles y recuperando unos criterios que sirvan de conexión y de freno a la inercia de los poderes que nos arrastran sin que se note. La libertad es algo más que la anuencia con el "todo vale".

Y es que el movimiento liberalizador del individuo y sus diferencias, que nace y se desarrolla con la modernidad y significa progreso, se ha conseguido a fuerza de ir ganando en eso que Isaiah Berlin ha definido magistralmente como "libertad negatividad".2 La libertad que consiste en la desregulación, en la ausencia de normas y coacciones, en la capacidad para hacer lo que uno quiere sin que nadie lo impida. Una libertad sin norte, puesto que de eso se trata: que cada cual determine el rumbo que quiere dar a su vida. El ser humano �dijo Kant- debe ser autónomo, darse a sí mismo las normas y no someterse sólo a normas establecidas por otros.

Camps Victoria.
El malestar de la vida pública, Ed. Grijalbo, Barcelona, 1996, p.62-63.

1 Véase el Poè me sur le désastre de Lisbonne, que lleva el subtítulo: Ou examen de cet axxiome: "Tout est bien".
2 Cf. Isaiah Berlin, Cuatro ensayos sobre la libertad, Alianza, Madrid, 1988, págs 187 y ss.

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