¿Los derechos de los alumnos pueden llegar a limitar la libertad de cátedra?
22 de Septiembre de 2016

¿Los derechos de los alumnos pueden llegar a limitar la libertad de cátedra?

¿Los derechos de los alumnos pueden llegar a limitar la libertad de cátedra? ¿Los problemas de la ética son ajenos a los asuntos prácticos?

Respuesta: La libertad de cátedra es un derecho que está al servicio de otro derecho: el de los alumnos, cuyos conocimientos serán más amplios si el acceso a ellos está protegido por la libertad de cátedra. Esta mutua causación configura un círculo virtuoso. Los derechos obtienen su validez en cuanto permiten el servicio de los demás; cuando se los considera y aplica para la sola satisfacción individual, los derechos se deslegitiman; y así como en este caso un profesor no puede alegar derechos para sí y en perjuicio de sus alumnos, en otros órdenes: el derecho al trabajo, o el derecho a la expresión libre, por ejemplo, es aplicable la misma lógica: el ejercicio de los derechos preserva y fomenta la dignidad de las personas, en cuanto las habilita para integrarse a la sociedad mediante su servicio. Esta filosofía de los derechos corrige la idea del derecho humano como poder; una concepción ampliamente superada en la historia merced al desarrollo de los criterios sobre el hombre y la sociedad. Por otra parte, y en respuesta a la segunda pregunta, la ética es un saber práctico que tiene como punto de partida el examen de las costumbres para determinar si se ajustan o no a los requerimientos de la naturaleza humana. Esta descripción de la ética como saber práctico se debe a Aristóteles quien muestra, como ajena a la realidad, la idea de la ética como abstracción o categoría distante de lo concreto de cada día.

Documentación

 La ética es un producto de primera necesidad porque sin ella no funcionan las grandes instituciones del mundo moderno y postmoderno, es decir e Estado, la economía, las empresas, las actividades profesionales y el tercer sector o Sector Social. Y no funcionan por múltiples razones: Es público y notorio que las relaciones sociales se quiebran aunque en apariencia sigan funcionando cuando faltan en ellas los valores de credibilidad y de confianza.Es de primera necesidad en la vida pública porque en ella las medidas jurídicas, con ser necesarias, resultan insuficientes.Por otra parte, y dentro del mismo ámbito, cuanto más complejas son las sociedades y más cambiantes los entornos, más insuficientes e ineficaces resultan las soluciones jurídicas y más rentables los mecanismos éticos para resolver los conflictos con justicia.La necesidad de adquirir hábitos fiables se hace más palpable ante la globalización informática y financiera. Como recuerda Angel Moreno, la globalización genera una situación de incertidumbre ante la que no cabe responder con reglas miopes, con soluciones de corto plazo, sino con planteamientos de largo plazo, orientados por valores y no por reglas o normas.El crecimiento de la competencia entre las empresas debido a la globalización de la economía, exige a las empresas fidelizar a la clientela a través de actuaciones que generan credibilidad y confianza. No cabe ya confiar en el proteccionismo y la chapuza, sino en el producto de calidad y en la conducta fiable.E l aumento de la complejidad en el seno de las organizaciones aconseja integrar a cuantos en ellas trabajan de modo que se sepan identificados en el proyecto. En este sentido la participación en la gestión organizativa no es un asunto de buena voluntad, sino una necesidad de organización cada vez más compleja y de saberes cada vez más especializados.La sociedad civil y la opinión púbica exigen cada vez más a las organizaciones y a las instituciones que sean legítimas, que actúen siguiendo las metas por las que la sociedad les ha dado el aval para que existan y que asuman su responsabilidad social.Se entiende por tanto que la ética es rentable para organizaciones e instituciones porque es una necesidad en los sistemas abiertos, y porque aumenta la eficiencia en la configuración de los sistemas directivos, es un factor de innovación y un elemento diferenciador que permite proyectar a largo plazo desde los valores y, sobre todo, reduce costos de coordinación internos y externos a la organización. Adela Cortina. Hasta un pueblo de demonios. Taurus, Madrid 1998. Pp. 99 a 105.

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