¿Cómo hacer periodismo ético en medios dirigidos por empresarios que ven los medios como negocios y que ignoran su función social?
Respuesta: Quien debe hacer el periodismo ético es el periodista, y esta es una tarea intransferible. Para hacerlo no se puede poner como condición que el medio opere en condiciones ideales. En consecuencia: El compromiso es personal, no institucional. Si la institución asume el compromiso ético sería una situación ideal, pero no es indispensable que así sea para que el periodista se comprometa con una ética profesional. La ética profesional supone una decisión personal que nadie puede imponer y nadie puede impedir. Ser veraz, independiente o responsable frente a la sociedad son compromisos de quien ha tomado la decisión de obedecer a la naturaleza de la profesión y de la propia naturaleza humana. En ese compromiso no tienen razón para intervenir ni el medio de comunicación, ni el gobierno, ni nadie, es una decisión que se toma en solitario, en el recinto de la propia conciencia y que compromete al periodista consigo mismo. Kant se refería a esto al decir que la ética nos convierte en legisladores de nosotros mismos. La presión del medio de comunicación en contrario, o del gobierno, o de cualquiera entidad es otro obstáculo que el periodista debe afrontar y superar. Un periodismo ético es un periodismo como debe ser, por tanto distinto del periodismo que es, ese que se hace bajo la presión de la rutina, de las empresas o de los propios directores. Lo mismo que para ser libre, para ser ético no se espera permiso de nadie, y está bien que así sea porque lo mejor del periodismo y el periodismo de los mejores no es el resultado de imposición alguna sino de un trabajo atravesado por la ética. En conclusión, el dilema es claro: o se ejerce el periodismo de acuerdo con el capricho o los intereses de alguien, y se puede dar por seguro que será un periodismo de mala calidad; o se ejerce de acuerdo con una conciencia ética profesional y será de buena calidad. También se puede asegurar que un periodismo ético no se da sin obstáculos. La ética no facilita las cosas, las dignifica.
Documentación
Si esa es la situación existen terapias que pueden aplicarse para salir de aquel círculo ciego. Una es la autocrítica: si el medio quiere que el público lo perciba más amplio y pluralista, tiene que empezar por abrir espacios de reflexión entre sus propios periodistas. Espacios que incluso lleguen a que los periodistas tengan una oportunidad diaria para criticar, de una manera sistemática que implique una pedagogía colectiva, a sus propios jefes, haciendo una lectura crítica de la edición diario, y otra autocrítica de sus textos escritos. Toda esta pedagogía colectiva implica que toda la redacción entre a un proceso en el que esta corriente autocrítica se convierta en un elemento cotidiano, exento de malicia, pero lleno de madurez que va de la mano con un sentido de superación por medio del reconocimiento colectivo de los errores. Hay mecanismos como las carteleras colectivas para mostrar errores y aciertos en el trabajo cotidiano. Así los jefes entregan un elemento diario de entendimiento del grupo de que el periodismo siempre será un trabajo perfectible, que no hay trabajo perfecto y que aprende del error y de la virtud ajena orienta para evitar el error y superar el acierto. Rubén Darío Buitrón y Fernando Astudillo. Periodismo por dentro. Ciespal, Quito, 2005. Pp. 80, 81, 82.