¿Hasta dónde debe ir la ética teniendo en cuenta las limitantes económicas de periodistas y de medios?
21 de Septiembre de 2016

¿Hasta dónde debe ir la ética teniendo en cuenta las limitantes económicas de periodistas y de medios?

Un político local distribuyó entre los periodistas sobres con dinero, en el curso de una campaña para senado.
¿Qué tanta mella hace un episodio de estos en la credibilidad de la prensa regional, dada la intensa relación entre comerciantes, estado y medios?¿Hasta dónde debe ir la ética teniendo en cuenta las limitantes económicas de periodistas y de medios, como para recibir o no esos detalles?

Respuesta: El lector, oyente o televidente que llega a conocer esas componendas, les dará el calificativo obvio. Para él serán periodistas y medios vendidos Y si algo no admite un receptor de información es que su informador sea alguien “vendido”. Porque esto implica que su información es falsa, o dada a conocer de acuerdo con los intereses de quien paga. Hoy las personas que reciben información demandan algo más que la sola información; para ellos es una necesidad poderle creer a alguien. Una información veraz, por tanto no basta, debe creerse y esta es una exigencia severa que no llega a satisfacer cualquiera que se vende a un empresario, a un político, a un gobierno o a una institución. Lo anterior implica que el periodista y el medio subordinen su interés económico al máximo interés de informar bien para merecer credibilidad, y así prestar el servicio que el periodista le debe a la sociedad. No hay por tanto excusa alguna en las limitaciones económicas del medio o del periodista. Si son limitaciones tales que hacen imposible un ejercicio honesto de la profesión, tanto la empresa como el periodista deben buscar su dinero mediante otra actividad, porque es inaceptable que toda una comunidad esté condenada a recibir información de mala calidad, porque ese es el precio que imponen las necesidades insatisfechas de sus periodistas. Una información contaminada de propaganda preelectoral no puede ser el precio que deba pagar una sociedad para que un periodista pueda comer. En un caso así, cambiar de oficio es lo más decente de cara a la sociedad, y l a única alternativa digna cuando no se puede cumplir con ella y con la propia profesión.

Documentación

 Hasta los mínimos errores minan la confianza en los periodistas. Cada palabra mal escrita, una coma de más, construcciones gramaticales fallidas, aumentan el desprestigio del periodista y de la publicación. La verdad es que a los lectores no les importa si el periodista corría contra el tiempo, si había tres periodistas menos trabajando ese día o si el editor estaba muy ocupado para detectar las fallas de redacción. Les interesa que el resultado sea bueno. A pesar de que la opinión pública siente que el papel de la prensa es reportar la verdad, aunque sea dolorosa o conmovedora para mucha gente, fue desmotivante en un estudio comprobar que el 73% de los adultos están cada vez más desconfiados de la veracidad de las noticias; y que el 66% cree que los diarios publican las noticias sin comprobarlas. Los diarios y la televisión son percibidos como fuentes amplias de noticias e informaciones y cada una es vista con ventaja competitiva. Las quejas de los lectores acerca de las equivocaciones y faltas en los diarios son consecuencia de la imagen que el público tiene sobre ellos, en cuanto tienen ventajas sobre la televisión porque hacen investigación más cuidadosa, ofrecen mejores explicaciones y detalles en las informaciones y son más acuciosos. La televisión por su parte es apreciada como el medio que tiene dos ventajas, con respecto a los diarios: inmediatez y globalización. Y dos debilidades: mayor énfasis en las personas que en los temas y mayor preocupación por las ganancias que por los intereses del público. Información de la Asociación Nacional de la Prensa, ANP, mayo-junio 1999, Santiago. Página 7.

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