La biografía de Ryszard Kapuscinski, del escritor Arthur Domoslawski, ha planteado preguntas como: ¿nos dijo siempre toda la verdad de lo que había sucedido y de lo que había sido testigo? ¿O cruzó las fronteras de la ficción vendiendo lo que hacía, como periodismo?
Si resultara, lo que de hecho es comprobable, que Kapuscinski optaba por fabular un poco en su obra, para obtener un efecto deseado ¿cambiaría esto su opinión sobre Kapuscinski?
Respuesta: Cuando los periodistas narramos un hecho lo alteramos; quiérase o no, al adoptar un enfoque, con frecuencia privilegiamos un dato que nos parece más significativo y así lo presentamos al lector. Cabe preguntar si objetivamente ¿Es el dato más importante y dentro del desarrollo del hecho fue el punto principal? Probablemente no, pero al destacarlo obedecemos a intencionalidades distintas, encontramos que es más pedagógico, o que así tiene más fuerza, o que sirve de punto de partida para el desarrollo de la historia, etc. Un proceso parecido encuentro cuando el periodista infiere y narra lo que pudo haber sido porque las circunstancias así lo plantean. “Había oscurecido, soplaban ráfagas heladas y el personaje temblaba dentro de su severo uniforme militar.” “Al presidente no le gustó lo que oyó de su agregado de prensa. Y acogió con entusiasmo la idea de hablar para este periódico.” Son inferencias: ¿ficción? ¿Mentira? Las mismas preguntas revelan que en el fondo hay una discusión más fundamentalista que real. Hay que recordar que la realidad no es tan rígida como una fórmula matemática; lo real desborda todas las rigideces de lo que tiene que ser así. Nadie conoce ni da a conocer lo real real. Todo esto para responder que las revelaciones de Domolawski no disminuyen el valor que ha tenido la vida periodística de Kapu. Son revelaciones que lo liberan de las deformaciones del mito. En un taller sobre Kapucinski dictado en la FNPI y en otras partes, se les plantean a los periodistas tres planos: lo que somos, lo que podemos ser (Kapu), lo que debemos ser (el ideal o utopía ética). Se sitúa a Kapu en el nivel de lo que podemos ser; no como una realidad hagiográfica o mítica, sino como un periodista de nuestro tiempo que dijo, escribió o hizo cosas inspiradoras. Quizás hubo otras que no lo son tanto, y que él mantuvo en su intimidad, como a todos nos pasa. Por ejemplo, uno de sus silencios que hoy sirve de base para acusarlo: sobre su pertenencia o no al partido comunista. En cambio sí lo dijo en muchas formas: su inclinación a la izquierda, en cuanto esta significa predilección por los pobres y los más débiles. Uno llega a la conclusión de que en toda esta polémica se da por hecho: Que afirmaciones como:” un periodista puede y debe decir la verdad y solo la verdad de los hechos”. son retóricas y no corresponden a la realidad más común: que las verdades del periodista son provisionales y solo fragmentarias.Que las verdades del periodista no tienen que ser como mariposas disecadas, que ahí están rígidas e inmodificables; la experiencia dice que se trata de algo tan fluyente y cambiante como las aguas de un río. A la luz de esto, ¿tiene tanta importancia el detalle secundario que no altera la esencia de un hecho pero que sí lo hace atractivo y comprensible?El trabajo del periodista no es el de reflejar la realidad como un espejo, que no altera nada, salvo que sea espejo deformante de circo. El periodista no es espejo, es un ser humano que en beneficio de sus lectores y en razón de su naturaleza, altera la realidad para intensificarla mediante la inclusión de este hecho y no de otros; mediante el enfoque del hecho a partir del dato que le sirve de punto de partida, o primer párrafo; o a través de elementos secundarios: clima, luces, olores, colores, sonidos que no alteran esencialmente el hecho.Creen los polemistas que la objetividad es posible .Una afirmación imposible de sostener. Por eso Victoria Camps (El Malestar de la Vida Pública) afirma que al periodista no ha de preocuparle ser objetivo sino ser honesto. Ante esto lo de Donoslawski calza como un guante: “ esto de cruzar las fronteras entre ficción y no ficción sirve para los más honestos y talentosos.” Kapucinski lo era.
Documentación
Kapuscinski Ryszard Entrevista con Gilberto Mesa, La Jornada, DF. México. “El periodista es una persona viva que, viviendo, toma posición. Tiene emociones, siente, y sentir y tener emociones ya es tomar partido. No creo en el periodismo que se llama a sí mismo impasible, tampoco en la objetividad en su sentido formal”. “Lo que se puede entender por parcialidad es conocimiento de los hechos entendimiento de las causas que motivan los hechos. Cuando estudias y conoces las fuerzas que están detrás, comprendes las razones que hacen mover a las partes en conflicto. El periodismo es una profesión apasionante, pero si sólo la nueve la emoción, está lejos de cumplir su cometido; si a esta aúna el conocimiento, entonces el resultado puede ser realmente importante”. “No puede ser testigo impasible, debe tener eso que en psicología se llama empatía. Algunos no se sienten vinculados, apasionados, o comprometidos, o les parece que es una vida muy peligrosa. Para llegar a la verdad, esta tiene que ser algo más importante que tu vida, y sólo teniendo esa actitud es posible trabajar en países agitados y peligrosos. Es por eso que el llamado periodismo objetivo, desapasionado, para mi no puede existir en situaciones de conflicto. Lo que quiero decir es que por tratar de ser objetivo en realidad se desinforma”.