Un joven me contó los abusos que sufrió de parte de varios sacerdotes cuando vivía en un internado católico para jóvenes de escasos recursos. Su relato fue muy fuerte y conmovedor, pero no sé si debería obviar los detalles más íntimos. Los detalles revelan lo terrible del abuso pero temo que si lo cuento puede volverse un texto amarillista que incite al morbo, pero que si no lo hago el relato perdería fuerza. No quiero un relato pornográfico, pero tampoco tímido. ¿Debería ser fiel al testimonio y transcribirlo tal cual?
Respuesta: El dilema entre pornografía y timidez no ayuda a resolver el conflicto y lleva una carga de miedo a suprimir datos que se adivinan atractivos para el lector. Es evidente que, en tratándose de asuntos de sexo, el lector ama los detalles. ¿Es razón suficiente para dárselos? Si tenemos claro que el periodista no está para satisfacer la curiosidad de sus lectores, sino para servir su interés por el bien público, la conclusión es que se le debe informar, con base en hechos comprobados, que unos sacerdotes cometían abusos sexuales contra jóvenes en un internado, validos de su doble autoridad, como sacerdotes y como formadores en la institución; y que las víctimas son alumnos suyos. Los detalles pertenecen al orden del morbo y la curiosidad de los lectores y del propio periodista. La diferencia entre el buen periodismo y el sensacionalista es que a éste le importa lo inmediato y lo excitante: los detalles morbosos, la respuesta a la curiosidad y dejar satisfecho al que con él, mira por entre las hendijas y más allá de las cobijas, un momento de intimidad. Cuando esto se encuentra en un texto, el lector inteligente se siente ofendido; y el lector de poca inteligencia y mucho instinto, se siente servido por un cómplice. En cambio, el buen periodismo, pone al lector alerta, despierta su responsabilidad, promueve la busca de soluciones. Crea conciencia sobre la necesidad de prevenir el mal e impedir que se repita. Cuando esto se muestra en un texto, el periodista y el medio ganan en influencia y en autoridad moral.
Documentación
Muchos medios han demostrado que más que influir para cambiar actitudes, su meta es penetrar, acudiendo a Las cosas sensacionales, extrañas y espectaculares porque, a juicio de sus ejecutivos, éstas venden. De ahí el sensacionalismo. El sensacionalismo es una herencia que nos deja William Randolph Hearst (1863-1951) un aventurero que expandió su imperio divirtiendo su extraordinaria imaginación y magnificando, en el rojo vivo, los acontecimientos acaecidos en Nueva York, San Francisco, Chicago, Washington y otras ciudades norteamericanas. Los títulos espectaculares le enseñoreaban en su objetivo de dominio periodístico, como estos del Morning Journal de Nueva York: “El misterioso asesinato de Bessie Little” “¿Qué hizo de él un ladrón?” “Cosas extrañas que las mujeres hacen por amor.” “Excitante confesión de un asesino que ruega ser colgado.” ¿Son sensacionalistas? Los medios de comunicación reflejan, y hay que comprenderlo así, la realidad social. Constituyen en tal sentido, el termómetro de lo acontecido en la sociedad. ¿Por qué informan los medios de comunicación? Porque ocurren los hechos.Porque existe el derecho a la información. Si el síndrome de inmunodeficiencia adquirida, SIDA, contamina o afecta, los medios de comunicación cumplen una función pública si así lo difunden a la colectividad, con una información manejada adecuadamente. J. Beneyto sostiene que “no es posible un estado sin comunicación con los ciudadanos. Para que el hombre sea ciudadano ha de tener, según ya pedía santo Tomás de Aquino, alguna parte en el principado. Tener parte es participar y participar con parece que es esencial y aun específicamente opinar.” Oscar López Rojas: La ética en el periodismo. Impresiones del Banco Central, Santo Domingo 1995. Pp 176, 177.