¿Cuáles son los principales problemas éticos creados por la tecnología?
Respuesta: No es la tecnología la que crea problemas éticos, son los usuarios de la tecnología quienes los crean. La tecnología es buena porque se usa bien y causa daño cuando los humanos la utilizan para el mal. Siendo la tecnología para el hombre, llega a ser un problema ético poner al hombre al servicio de la tecnología. En el caso de la tecnología de las comunicaciones, esta ha de servir para intensificar y hacer más efectiva la relación entre las personas, pero hay un problema ético cuando esto no es así y en vez de comunicar, el medio incomunica. Así sucede con fenómenos universales como el de la brecha digital, o sea la separación que se ha creado entre los info-ricos y los info-pobres, unos con toda la posibilidad de acceso a las tecnologías de punta; otros sin oportunidad alguna de valerse de ellas. En lo individual el problema ético surge cuando los adelantos técnicos se usan para engañar, o estafar, o para invadir la intimidad ajena. En todos los casos, son las personas las que pervierten las aplicaciones de la tecnología. Las mismas personas pueden valerse de la tecnología para crecer éticamente. Internet, en efecto, permite un acercamiento a cada vez más personas, hecho que amplía el horizonte de descubrimiento del otro y las oportunidades para compartir conocimientos y sentimientos, brinda las facilidades para ampliar conocimientos merced a sus depósitos de datos y crea la coyuntura propicia para hacer reales las posibilidades de los seres humanos que, libres parcialmente de las ataduras del espacio y del tiempo, multiplican sus oportunidades de crecimiento personal. Cada una de estas ventajas plantea dilemas éticos: aprovecharlas o no aprovecharlas, de modo que se puede atribuir al desarrollo tecnológico la aparición de nuevos y apremiantes deberes éticos.
Documentación
Me parece altamente significativo que la tan discutida cuestión de si el hombre debe adaptarse a la máquina o la máquina debe ser adaptada a la naturaleza del hombre, no ha surgido nunca con respecto a los simples útiles y herramientas. Y la razón es que todas las herramientas del artificio permanecen siervas de la mano, mientras que las máquinas exigen de hecho que quien labora sirva, que adapte el ritmo natural de su cuerpo a su movimiento mecánico. En otras palabras, incluso en la herramienta más refinada existe una sierva incapaz de dirigir o de sustituir a la mano; incluso la máquina más primitiva guía y reemplaza idealmente la labor del cuerpo. La perplejidad del utilitarismo que constituye la filosofía del homo faber, es que queda atrapado en una interminable cadena de medios y fines sin llegar nunca a ningún principio que pueda justificar la categoría, es decir, la utilidad misma. La salida habitual de ese dilema es hacer del usuario, el propio hombre, el fin último para poder interrumpir la cadena interminable de medios y fines. Que el hombre es un fín en sí mismo y que nunca debe ser usado como medio para lograr otros fines, no importa cuán elevados puedan ser estos, es algo que conocemos bien gracias a la filosofía moral de Kant y no hay duda de que Kant quería ante todo relegar a la categoría de medio-fin junto con la filosofía utilitarista, al lugar que le correspondía e impedir que ésta pudiera regir las relaciones entre hombre y hombre, en vez de las relaciones entre hombres y cosas. Hannah Arendt: De la historia a la acción. Paidos, Barcelona, 1995. Pp 100,101