¿Cómo manejar los acuerdos de confidencialidad con las fuentes?
21 de Septiembre de 2016

¿Cómo manejar los acuerdos de confidencialidad con las fuentes?

¿Cómo manejar los acuerdos de confidencialidad con las fuentes? Confiar o no confiar es uno de los dilemas duros y apremiantes de nuestro tiempo, puesto que la confianza se ha revelado como un elemento indispensable para las relaciones entre los humanos. No puede haber relaciones comerciales sin confianza; y las relaciones delos países resultan gravemente lesionadas cuando falla la confianza entre sus gobernantes; en las relaciones profesionales, lo mismo que en las relaciones de persona a persona, la confianza es un ingrediente irreemplazable. Una de las expresiones de esa confianza es la confidencialidad, que es a la vez causa y efecto de la confianza. Para el periodista es claro: si quiere merecer confianza, debe ser un confidente leal. Sin embargo, debe mantener un sabio equilibrio entre dos extremos: el de quien a fuerza de guardar confidencias y secretos resulta ser un encubridor; y el de quien a golpes de indiscreción pone en peligro el interés público. La clave del equilibrio entre esos dos extremos, la da el sentido del bien común, que enseña cuándo hablar y cuándo callar. Los periodistas que hoy manejan la abundante información de wikileaks necesitan ese equilibrio para determinar cuándo una información es de interés público y, por tanto, debe publicarse; y cuándo responde sólo a la curiosidad pública o resulta dañina para la sociedad o las personas y, en consecuencia, no debe publicarse. La razón de la confidencialidad es esa: que no todas las publicaciones hacen bien y que algunas tienen un potencial de daño. Revelar la identidad de un testigo, por ejemplo, causa un daño cierto al testigo, puede ser un obstáculo para la justicia y convierte a quien lo hace en cómplice, en auxiliar eficaz de quien quiere hacer un daño. La confidencialidad, por tanto, salva vidas, previene daños, sirve al bien común y fortalece la confianza.

Documentación.

Nadie pone en duda hoy la importancia de la confianza como elemento social de las relaciones sociales y económicas, más aún en los actuales contextos globales. Sin este recurso moral no pueden funcionar ni las interacciones sociales, ni las organizaciones e instituciones en las que se apoyan. Este es uno de los aspectos que más repercute en la actualidad en las empresas informativas, sometidas a una continua y progresiva pérdida de confianza. Tal desconfianza proviene, en gran medida, del desequilibrio existente entre el poder de estas empresas y su responsabilidad entendida como su capacidad de respuesta ante las expectativas sociales. Poder que ha aumentado con los actuales procesos de fusión y de responsabilidad, que ha disminuido ante la imposibilidad de una regulación jurídica internacional. El final de este proceso puede ser la pérdida de la credibilidad y, con ella, la falta de legitimidad y de sentido de los medios de comunicación. La actividad empresarial induce una serie de expectativas en la sociedad, incluidos los grupos internos de intereses, en sus accionistas, directivos, proveedores, trabajadores, clientes, ciudadanos, etc. Estas expectativas se refieren, como es lógico, a un proyecto corporativo, a la actividad que realiza y a cómo la realiza. Si la sociedad, la opinión pública formada a través de los diferentes grupos de intereses, percibe que la empresa responde y cumple estas expectativas con la suficiente aproximación, aporta entonces la necesaria confianza, otorga el crédito suficiente para alcanzar, por ejemplo, un buen clima laboral, una firme lealtad a la hora de sintonizar una emisora o, en el nivel corporativo, una buena reputación como medio de comunicación. Cuando hablamos de contrato moral nos referimos a ese juego recíproco de expectativas. Domingo García Maza en Construcción de Confianza. Trotta, Madrid, 2003. Pp 195,202,203.

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