¿Cómo evitar el amarillismo?
21 de Septiembre de 2016

¿Cómo evitar el amarillismo?

Foto: StockSnap en Pixabay / Usada bajo licencia Creative Commons.

¿Qué caracteriza a un medio amarillista?

Respuesta:

Los temas amarillismo, sensacionalismo tienen más elementos comunes que diferencias y se refieren a la práctica periodística de estimular las sensaciones de los lectores más que su inteligencia, mediante la selección de noticias que producen sensación, es decir excitación de los sentidos, y su presentación con recursos que logran ese estímulo y las reacciones primarias de las personas. La prensa sensacionalista o amarilla no se propone dar la comprensión de la noticia, sino su percepción sensorial; por tanto es una información incompleta que despierta la curiosidad morbosa de las personas, pero no se interesa en dar una visión inteligente de los hechos. Una información así, crea públicos que se mueven por la curiosidad y por los sentimientos, que reaccionan ante el chisme, los escándalos y lo espectacular, pero que son indiferentes ante las ideas, los procesos noticiosos y las expresiones de la inteligencia o el arte. Para impedir eso no hay ley que valga. Pero sí lo puede prevenir:

• Una formación periodística centrada en el servicio a los intereses de la sociedad.

• Una empresa periodística capaz de subordinar el interés económico al interés público.

 

Documentación

La cultura de masas es mediocre si solo pretende llamar la atención de las masas. No puede ser alta cultura porque no todo el mundo está igualmente preparado para entenderla y valorarla. Los medios de comunicación son medios de masas, esa es su razón de ser, no pueden pretender, en consecuencia, ser otra cosa. Ahora bien, la calidad de la que hablamos tiene otra dimensión aún más importante. Eso que hemos venido en llamar “calidad de vida” no se mide por los grandes proyectos, ni por la dedicación a una u otra empresa. Tampoco se mide por el éxito o triunfo personal. La calidad de vida la constituye el conjunto de condiciones necesarias para poder escoger la forma de vida que uno quiera. De forma parecida, la calidad de la información o del entretenimiento ha de consistir en el respeto a los mínimos requeridos por una sociedad democrática. No es lícito en una democracia informar de cualquier modo. Sobre todo no es lícito hacer una cosa sin el respeto debido a la dignidad de cada persona sea cual sea su rango o su lugar en la sociedad. No todo se puede convertir en mercancía, ni ha de estar permitido utilizar los avances tecnológicos en cualquier sentido posible sin atender a la legitimidad ética de las posibles aplicaciones técnicas. No todo lo que se puede hacer es legítimo. De algún modo hay que controlar el uso indiscriminado de la técnica. El control es, a primera vista, jurídico, pero finalmente es un control ético, puesto que su criterio último es el respeto a los derechos fundamentales. Victoria Camps: El lugar de la ética en los medios de comunicación, en Éticas de la información. Tecnos, Madrid, 1995. Pp 60, 61.

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