¿Cómo influye un titular ambigüo en la desinformación de los lectores?
21 de Septiembre de 2016

¿Cómo influye un titular ambigüo en la desinformación de los lectores?

Foto: PublicDomainPictures en Pixabay / Usada bajo licencia Creative Commons.

¿Cuáles son las consecuencias de un titular ambigüo?

Respuesta:

Las distintas lecturas que se pueden hacer de un titular demuestran que cuando es ambígüo, su impacto en los lectores puede ser desinformativo y de confusión. Un caso parecido es el de las informaciones sobre la violencia guerrillera o paramilitar. Un estudio reciente sobre el impacto de las informaciones sobre el proceso de violencia en san Carlos, Antioquia, en la memoria colectiva, reveló que la comunidad se había resignado a esa violencia, como se somete a un terremoto a una inundación, porque, según los periódicos y la televisión, todo se debía a “una ola de violencia”. La presentación de los hechos en los titulares crea actitudes que pueden ser dañinas para la sociedad y obstáculos para la justicia. Las interpretaciones citadas en la consulta son posibles, no únicas, y demuestran que el titular, por su ambigüedad, dejó un vacío informativo que llenan las distintas interpretaciones. Un asesinato adquiere apariencia de legitimidad si se lo llama, por ejemplo, “ejecución”, por el inapropiado uso de la palabra con que se designan las muertes ordenadas por una autoridad. El buen periodismo llama pan al pan y asesinato al asesinato y lo condena sin equívocos, porque una información clara convoca el juicio y la acción de la sociedad. El periodismo, en efecto, es una actividad más importante que la sola tarea de dar noticias. Da noticias para hacer entender lo que pasa y para influir en las decisiones de la sociedad.

Documentación

Los medios son, en definitiva, la arena donde luchan los productores de hechos para influir en el público, mientras que los que controlan un medio, sólo relativamente se interesan en esa pugna. La propiedad de los medios aspira básicamente a obtener beneficios económicos y los que operan en ellos profesionalmente, a dar noticias interesantes. Los más interesados en influir en el medio no son los que los poseen ni los que trabajan en ellos. Pero el público no es, además, un ente pasivo o inerte, sino un conjunto de personas que luego comentarán lo que han visto y leído. Y en el comentario el perfil de los hechos suele cambiar. El hecho que fue producido para favorecer a uno, puede volverse como un bumerán contra él merced a los comentarios maliciosos o agudos con que se envuelve. Y otro hecho aparentemente neutro que entró en forma casi casual en el torrente informativo de los medios puede revelarse como algo influyente porque ha tocado una fibra sensible en el lector u oyente. Las actitudes de las audiencias resultan decisivas para el uso de los hechos como material de influencia. Es frecuente comprobar la perplejidad y el disgusto de quienes han empleado grandes sumas de dinero en ganar presencia en los medios y han reclutado colaboraciones de prestigio en el esfuerzo por convencer al público que va a ejercer sus derechos de ciudadano, y se encuentran burlados en sus propósitos por misteriosas reacciones que sus asesores de imagen no han llegado a prever o evitar. Quien influye más en la política es en definitiva el presuntamente influido. El público es el elector de los protagonistas. Y escoge a los actores cuya acción política entiende que va a resultarles más propicia. No es raro que la ideología y la demagogia se interfieran como instrumentos o como armas en el ejercicio difícil de conseguir que el elector elija a quien quiere ser elegido. Lorenzo Gomis : Teoría del Periodismo. Paidos, Barcelona, 1997. Pp 161, 162

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