¿Cuál es su criterio frente a la portada de la Revista Proceso en donde aparece don Julio Scherer “en la guarida del Mayo Zambada” ?
20 de Septiembre de 2016

¿Cuál es su criterio frente a la portada de la Revista Proceso en donde aparece don Julio Scherer “en la guarida del Mayo Zambada” ?

Le envío la fotocopia de la revista Proceso en que aparece don Julio Scherer “en la guarida del Mayo Zambada”. Esa portada ha sido objeto de polémica: “que no es ético aparecer en actitud de tanta confianza con el bandido”, “que fue una publicación de propaganda para los narcos”, “que demuestra la valentía profesional de un viejo periodista”, “que cuánto recibió la revista por esa portada”. ¿Cuál es su criterio?

Respuesta: La fotografía muestra, a la derecha la pose arrogante y estereotipada del capo: cachucha que hace sombra a los ojos del “mayo” como si tuviera puestas las consabidas gafas oscuras; el bigote de charro cuidadosamente recortado, la boca y la mandíbula mandonas, la costosa camiseta del lagarto verde, pegada al pecho ancho y fuerte, el brazo izquierdo apoyado en la cintura, adornado con el reloj de marca y la mano derecha puesta en el hombro derecho de don Julio ( es un gesto ¿amistoso? ¿dominante? ¿calculado?) Don Julio sonríe débilmente, en el bolsillo de su camisa las dos plumas, y parece decir: ¿qué más puedo hacer? Los críticos discutieron alrededor de dos preguntas: 1.- ¿Por qué don Julio se dejó hacer esa fotografía? 2.- ¿Por qué fue en portada? A la primera pregunta se puede responder con la contrapregunta:¿usted en la circunstancia de don Julio, le habría dicho al capo: quite la mano de mi hombro? Era un huésped voluntario, que cumplía con su función de periodista y sabía muy bien el riesgo que corría y la importancia social de la información que iba a obtener. Más compleja es la segunda pregunta sobre las implicaciones de esa imagen en la tapa de la revista. Hay quienes la ven como propaganda directa para el contenido de la revista. El texto y la imagen hacen explícito ese propósito. Pero otros temen que pueda convertirse, como efecto secundario, en propaganda para el narcotraficante. Tal es el argumento en que se sustentan quienes condenan al periodista que escucha y difunde la voz de las personas fuera de la ley. A pesar de eso muchos periodistas, posiblemente la mayoría, hubieran querido estar en el lugar de don Julio, entre otras razones porque entienden que la sociedad tiene el derecho de escuchar a los que actúan como sus enemigos, no para que hagan la imposible apología de sus delitos, sino para que se los conozca como personas, para que la sociedad sepa quiénes y por qué son sus enemigos, para que haya una alternativa de comunicación distinta de los atentados de ellos contra la sociedad. Escribía Ryszard Kapuscinski que “la experiencia de tantas guerras y revoluciones me ha enseñado que mucho del odio, del conflicto, de la enemistad, surge de no conocerse, de no entenderse.” Si no es el periodista, ¿quién puede cumplir ese papel? Deja de hacerse esa comunicación cuando la entrevista con el ilegal está medida por la sola curiosidad, o por el afán de notoriedad, o como parte de un negocio.

Documentación

 Kapuscinski Ryszard . Entrevista en La Jornada, México. “Tienes que empezar por comprender la diferencia entre hecho y verdad. Informar, en nuestro caso, es explicar lo que paso y la importancia que eso tiene para el país, la región o el mundo. Pero resulta que nos encontramos con la cabeza llena de cientos de pequeñas informaciones superficiales, a través del peligroso desarrollo de la información electrónica e instantánea por la que tanta gente se agita y emoción, y al final te encuentras con que tienes mucha información que no te dice nada, tu cabeza está llena de ella pero no entiendes nada, y entre más información recibes, menos entiendes. En este sentido, informar es desinformar y, para mí, informar es acercar al lector al entendimiento del mundo. “De ahí la dimensión humanística del periodismo que es tratar de hacer el mundo más comprensible, porque si nos comprendemos somos menos enemigos; si nos conocemos estamos más cerca el uno del otro. “La experiencia de tantas guerras y revoluciones como he vivido me ha enseñado que mucho del odio, del conflicto, de la enemistad, surge de no conocerse, de no entenderse”.

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