¿Qué tan sencillo es el trabajo de reportería? Si el reportero cree que la realidad es simple y que se reduce a lo que uno observa a simple vista, su reportería será así, elemental, plana, unidimensional. Pero la realidad es más, mucho más de lo que se puede observar a simple vista. Toda realidad es parte de un conjunto, tiene relación con ese conjunto y esas relaciones no observables a primera vista, son parte de la realidad. Toda realidad incide en otras realidades, que hacen parte de su contexto o de sus consecuencias, lo cual significa que entenderla bien supone tener en cuenta el contexto o las proyecciones de esa realidad. Un reportero, en consecuencia no se limita a lo que ve; además pregunta el dónde, el cuándo, el cómo, el para qué de los hechos.
Josep Pulitzer lo afirmaba: ser periodista no es solo dar noticias; él sabía que el periodista no podía limitarse a la tarea que cualquiera podía hacer; lo del periodista va más allá de contar los hechos; su tarea es hacerlos entender y provocar en el receptor todas las actitudes del ser inteligente ante los hechos: verlos, entenderlos, tomar parte en ellos, introducir cambios; no solo ser objeto de la historia, sino sujetos de ella y esto implica, para el periodista, cambiar algo todos los días.
Documentación.
Todo reportaje es una suma de trabajos y determinaciones en la cual hay tres etapas fundamentales: la primera, el trabajo investigativo puro y simple. La segunda, la decisión de qué técnicas se utilizarán para el enfoque final del material. La tercera, el proceso de redacción y edición del mismo. Esa labor de reportería incluye numerosos aspectos y problemas cuya índole y cantidad están determinadas por las características del tema. El reportero debe observar no solo los puntos fundamentales de la investigación que realiza, sino también saber captar – para poderlo recrear después- el ambiente de la escena; los detalles del suceso, el rasgo revelador del personaje. Esto exige una variedad de cualidades en él, entre las cuales la astucia y la sicología son principales. El reportero, decía sagazmente un comentario de The New York Times “debe ser suficientemente agresivo como para preguntarle a una viuda acongojada si la disparó o no a su marido, en el caso de que haya posibilidad en un millón de que diga que sí.” “Debe saber analizar los caracteres. Debe saber que cuando alguien dice que no puede hablar, está muriéndose de ganas de hacerlo. Debe ser capaz de escuchar y, si es preciso, tomar notas mentales cuando la vista de un lápiz y una libreta puede paralizar a la fuente. Debe gastar horas interminables siguiendo pistas que no conducen a nada, en la confianza de que la próxima será fructífera. El reportero debe ser una mezcla de agresividad, modestia, introspección y obsesión delirante por los pequeños detalles.” El escándalo de Watergate demostró toda la trascendencia que puede tener una eficaz reportería. Y probó una vez más que la curiosidad y la insistencia son las mejores armas del reportero.
Daniel Samper en la introducción a Grandes Reportajes, Printer Colombiana, Bogotá 1990. Pp 20 y 21.
Consultorio Ético de la Fundación Gabo
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