¿Es ético trabajar como periodista de un medio y jefe de prensa de la alcaldía al mismo tiempo? La actuación ética en casos como estos, se define por la independencia que el periodista debe mantener. Cuando los dos “amos” que el periodista sirve (medio nacional- y alcalde local) son incompatibles, la independencia del periodista se compromete y el ejercicio profesional se vuelve o imposible, o bajo toda sospecha. Cualquiera información sobre la alcaldía que aparezca en el medio nacional, podrá ser vista como un favor del periodista a quien le paga su sueldo en la alcaldía. Es la razón por la que el periodista respetuoso de los receptores de su información, y de su propia profesión, rechaza esos conflictos de intereses que minan su prestigio profesional y su credibilidad. Hay la posibilidad de trabajar en dos partes si se trata de actividades compatibles, en las que no se da el conflicto de intereses, que es el caso del periodista que dedica algunas de sus horas a la enseñanza, o el que presenta noticias en el medio universitario y hace noticias para el noticiero regional. El conflicto de intereses crea el peligro de que el periodista ponga el medio al servicio de amos distintos al lector, oyente o televidente. Toda su actividad debe estar dirigida al servicio de un amo único que es el receptor de su información. Pero no basta que lo haga así, además debe eliminar todo equívoco de subordinación en su actividad profesional, porque cuando da motivos a los receptores para creer que su actividad e interés están al servicio de empresas, personajes o medios, se pierde su credibilidad. Y sin ella el trabajo del periodista pierde respetabilidad y crédito.
Documentación.
Cuando el periodista tiene que mantener una casa, educar unos hijos y mirar el futuro siempre incierto, es lógico que tenga intereses económicos familiares de consideración. El ganar dinero para vivir con dignidad es parte de la vida humana, que no pude ser olvidada de forma irresponsable. Por eso los textos deontológicos piden que el periodista viva dignamente de su trabajo. Es un derecho natural. Pero no está exento de abusos. De ahí que la paga del salario justo no se limite solo a satisfacer ese derecho. Se trata también y de forma más explícita de que el periodista no tenga excusas para dedicarse a ocupaciones que pudieran dar lugar a corruptelas. Qué decir de un periodista que se considera mal pagado. Lo más probable es que se busque trabajos adicionales o complementarios; incluso con perjuicio de sus propios colegas de profesión. Las vacaciones oficiales pueden brindar la ocasión para actuar con cierta clandestinidad. Estos posibles abusos suelen estar tipificados en el derecho común y hasta por la propia disciplina profesional. Algunos periódicos prohíben cualquier ocupación adicional que no haya sido autorizada por la propia administración. Si uno se considera mal pagado, lo correcto es exigir legítimos derechos, los cuales dejan de ser legítimos cuando perjudican a los propios compañeros de trabajo. Niceto Blázquez. Ética y Medios de Comunicación., Biblioteca de autores cristianos, Madrid, 1884, pp 277, 278