Consultorio Ético de la Fundación Gabo
20 de Septiembre de 2016

Consultorio Ético de la Fundación Gabo

En un artículo usted comenta que la ética vende. Suena feo pero es real.¿Cómo vender principios, utopías, referentes, fundamentos y valores? ¿Es que la axiología se negocia? Vender principios, utopías, valores, no es lo mismo que decir que la ética, los valores, o las utopías venden. Podría remitirlo simplemente al contexto en que aparece esa frase y esto bastaría para aclarar su duda. Sin embargo su pregunta crea una coyuntura propicia para explicar las relaciones entre ética y negocio, que es un tema que hoy inquieta a los grandes empresarios que han llegado a entender que el fundamento de una empresa con futuro, debe ser ético en tanto en cuanto una empresa no puede sobrevivir sin la confianza de su clientela, y esa confianza se construye con valores éticos.
Esto es especialmente válido para la empresa periodística, entre cuyos activos debe contar esa confianza, porque lo suyo es informar con credibilidad.
Cuando una empresa periodística goza de credibilidad, tiene garantizada su supervivencia, porque tiene lectores fieles, y a partir de ese capital vienen las otras ganancias. En cambio, una empresa periodística que pierde su credibilidad está condenada o a una existencia precaria o al fracaso. Es poco menos que suicida sacrificar la credibilidad a cambio de unas ganancias inmediatas, que es lo que sucede con la prensa sensacionalista que diariamente debilita su credibilidad hasta llegar a perderla totalmente. El buen empresario, en cambio, sacrifica la ganancia inmediata y cuida la permanencia larga de la empresa cuando construye y fortalece su credibilidad. Esa credibilidad, hecha de valores éticos, es la que demuestra que la ética vende.

Documentación.

La experiencia original en Estados Unidos es que la ética no solo no produce maleficios sino que además, en una situación de absoluta incertidumbre, las únicas empresas que sobreviven y que incluso prosperan, son las éticas. Y, casi por definición, las empresas que no se comportan éticamente son precisamente las que desaparecen.
En definitiva, las empresas que se conducen éticamente son las que terminan siendo competitivas. La clave de la competitividad me parece fundamental, porque recuerden que al principio teníamos la sensación de que existía una incompatibilidad entre la ética y la competitividad.
Esa fue una de las razones por las que organizamos en mayo de 1995 un Seminario en las primeras jornadas de la European Business Ethic Network, Eben. Esta es una organización de ética de los negocios y en España hay una Eben nacional. La fundación Etnor organizó las segundas jornadas de la Eben sobre el tema La Competitividad y la Etica porque queríamos observar si la ética se compaginan bien. La respuesta fue que claro, que se compaginan porque una empresa ética es más competitiva, entendiendo por competitividad el deseo de permanecer en el mercado a largo plazo, con un beneficio suficiente que le permita ser durable.
Entonces, una empresa es competitiva cuando puede generar beneficio suficiente para permanecer en el mercado a largo plazo, porque el interés principal de la empresa es la durabilidad y no tanto la idea de negocio, de hacer dinero rápido. A una auténtica empresa lo que le interesa es durar a largo plazo con un beneficio suficiente. Y esta empresa es la que podemos llamar competitiva.
Las empresas competitivas son las éticas por dos razones: merecen credibilidad y generan confianza. La credibilidad y la confianza son dos valores morales que valen tanto para el mundo personal como para el empresarial, el político y, en general, para todos los mundos.
No se trata de salir de la lógica de la empresa para ir a la ética, como si la ética fuera una cosa distinta, sino que, sin salir de la lógica empresarial, la empresa necesita ser creíble e innovadora, y el factor ético es un factor de credibilidad y de innovación. Entonces es desde donde se puede entender la ética de la empresa.

Adela Cortina.
En Una ética empresarial. Siglo del Hombre Editores. Fundación Social. Bogotá, 1998.

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