Un periodista consiguió que el médico que hacía muchos años lo había atendido confirmara que el expresidente Alan García era un maníaco depresivo. Las condiciones del médico fueron que no se le grabara, sin embargo la reportera tenía los equipos encendidos y lo grabaron sin que el médico se diera cuenta. Luego se emitió en el programa de la periodista.
Mi pregunta es ¿hasta qué punto debe callar un periodista pruebas contundentes de una enfermedad emocional de un aspirante a la presidencia? O ¿debo dejar que una persona así gobierne nuestro país?
A la luz de las normas éticas que aplican los periodistas, aparecen varios problemas que se pueden concretar en forma de preguntas, así:
¿Es ético grabar una conversación contra la voluntad del interlocutor?
Para muchos periodistas grabar una conversación es algo equivalente a tomar notas por tanto, les resulta tan absurdo que les impidan grabar como si les prohibieran tomar notas. Otros van más allá: si alguien conversa con un periodista a sabiendas de su condición profesional, entiende que la conversación es para publicar salvo que se trate de una conversación personal entre amigos o familiares en que el periodista es otro amigo o familiar.
Otros periodistas entienden que se debe contar con el consentimiento del entrevistado para grabar sus palabras, y que en caso de que el interlocutor exija antes de hablar que no se le grabe, debe respetarse su voluntad.
¿Es ético divulgar un secreto médico relacionado con un hombre público?
En la práctica ética de la profesión es claro que si el dato médico tiene que ver con las condiciones del hombre público, que lo inhabilitan o condicionan su desempeño como gobernante, el asunto deja de ser privado y se convierte en interés público. El hombre público abandona parte de su privacidad y es aquella que afecta o tiene que ver con el interés público.
Hay, sin embargo, una zona gris, o sea esa parte de la intimidad de un hombre público en la que se puede dudar si afecta o no su desempeño al servicio de la sociedad.
Considero que ese es el caso propuesto, por estas razones:
a.- Según sus datos, la información médica no está actualizada y corresponde a exámenes de hace muchos años. Lo cual abre la posibilidad de que hoy la situación del paciente sea otra.
b.- No parece claro que el problema detectado en esos exámenes pueda afectar al hombre de gobierno.
c.- Es muy sospechoso el uso de esa información en campaña electoral, cuando en nombre del interés público se puede estar defendiendo un interés de partido o de sensacionalismo. Periodístico.
Documentación.
Jasck C. Landau, un periodista graduado en derecho, quien durante años prestó sus servicios como director del comité de reporteros para la libertad de prensa, ha escrito que la mejor manera de "probar la exactitud de una entrevista importante es grabarla, con o sin consentimiento de la contraparte." El periodista Theodore L. Glasser, directorasociado del centro Shila para estudios éticos y legales de la prensa en la Universidad de Minnesota, ha argumentado que las grabaciones subrepticias de los periodistas representan un dilema técnico antes que uno ético." Es un dilema tan técnico como elegir entre tomar notas en taquigrafía o textualmente, palabra por palabra" ha escrito.
Si nos atenemos a una encuesta de la Universidad de Iowa, una mayoría de editores de periódicos importantes desaprueba la grabación subrepticia y le asignan connotaciones éticas. Pero mientras que en general los encuestados rechazaron el uso de grabadoras ocultas, solamente un 22 por ciento las excluyó de plano. Muchos deben haberse dado cuenta de que, en ocasiones, los reporteros que investigan actividades ilegales no tienen otra alternativa que recurrir a la grabación secreta si quieren obtener evidencia de algún delito.
Si hoy en día continuara en la reportería, estoy seguro de que haría un uso frecuente de la grabadora porque las cintas son mucho más confiables que mis propias notas. Pero continuaría tomando notas y las usaría como copia de seguridad en caso de daño o accidente técnico, sino como un índice del material de las cintas. Estoy seguro de que seguiría con mi costumbre de hacer saber a las fuentes que las estoy grabando. Comparto la opinión de A.M. Rosenthal, editor asociado del New York Times de que "a nadie le queda del todo bien grabar a alguien y no informarle.no es honesto. No es correcto. Punto."
Eugene Goodwin.
En Por un Periodismo Independiente. Tercer Mundo. Bogotá. 1994.