Consultorio Ético de la Fundación Gabo
20 de Septiembre de 2016

Consultorio Ético de la Fundación Gabo

Estoy trabajando en una tesis sobre la cobertura periodística de los atentados terroristas del grupo ETA de España. Pienso que hay una gran diferencia entre un grupo separatista y otro terrorista.
El grupo separatista puede degenerar en terrorista cuando, olvidados sus objetivos, atenta indiscriminadamente contra la población para hacer sentir su poder mediante actos de violencia.
La ética de la información sobre terrorismo parte de la responsabilidad de los medios ante la sociedad, que impone una precisión sobre los efectos de la información. El terrorista manipula esos efectos cuando tras el acto terrorista, logra su difusión en los medios y la creación de un clima de zozobra e inseguridad y, al mismo tiempo, de reconocimiento de su poder, razón por la que alguien llegó a afirmar que " los medios de difusión son los mejores amigos del terrorista." Si lo de "amigos" resulta excesivo, sí es cierto que el terrorista necesita de los medios puesto que sin publicidad el acto terrorista pierde su principal efecto: aterrorizar a la población.
Este objetivo de la acción terrorista puede impedirse si la información que se difunde tiene y logra la intencionalidad de
hacer conocer lo que pasa
de provocar el rechazo público de la acción violenta,
de motivar una búsqueda de soluciones
y de mantener alerta activa a la población en la creación de condiciones adversas a la violencia y favorables a la solución política de los conflictos.
La dificultad en el manejo de esta clase de información radica en el equilibrio que deben mantener el medio y el periodista para transitar entre dos peligrosos extremos: o el de fomentar la violencia con la información excesiva o el de estimular la indiferencia y la pasividad con una comunicación aséptica.

Documentación.

La apología de la violencia puede producirse al informar, por estas vías:
El empastelamiento, que es un fenómeno que se produce cuando al mezclar diferentes realidades, el resultado final de esta mezcla carece de sentido.El empastelamiento suele ser una de las consecuencias de tratar la violencia como entretenimiento. No se pretende encontrar algún sentido a la violencia. Simplemente se ofrece cada vez con mayor profusión. Dar una gran cantidad de violencia sin sentido es así una forma perversa y barroca de exaltación que se presenta como una realidad sin posible control, como el rayo, o el huracán o una erupción volcánica.
La exaltación de la violencia que se produce al acompañarla de juicios favorables sobre la violencia en sí misma o sobre sus motivaciones emocionales.En este sentido es recomendable enviar casi siempre a la basura los comunicados y notas explicativas elaborados por los grupos terroristas o los violentos. Suelen ser pura apología de la violencia. O no hacer entrevistas a delincuentes, mafiosos o terroristas si no hay garantías, que no suele haberlas de que podrá conducirse la entrevista con la misma profesionalidad que en otros casos. No transmitir en directo incidentes terroristas o delictivos, porque esas emisiones terminan siendo coproducidas por los violentos.Evitar la exaltación de la violencia es informar desde las víctimas de la violencia, no desde la perspectiva de los violentos. Y es también informar de aquello precisamente que los violentos no quieren que se sepa.
Otras veces la apología de la violencia viene del encallecimiento. Un exceso de informaciones violentas pueden abotargar la sensibilidad de los ciudadanos. La insensibilización trivializa la violencia, produce hastío social, vuelve indiferentes a las sociedades, inerva los mecanismos de respuesta ciudadana.
Al principio horroriza la violencia, después horroriza la rutina con que se produce la violencia, después horroriza la propia incapacidad de horrorizarse y el final, con el encallecimiento, no horroriza nada.
La violencia se considera entonces normal, inevitable, justificada y tan natural como el amanecer. Es la máxima apología de la violencia.

Carlos Soria.
En La Etica de las Palabras Modestas. Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín 1997.

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